15. Edipo

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N O T A
Realmente no supe que escribir en esta parte, pero se me ocurrió la idea del incesto, bueno, no propiamente incesto . Solo disfrutenlo.
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Murdoc Niccals, hijo de Sebastian Niccals II. Se dirigían hacia el reino de la familia Pot, ya que hace menos de una semana se habían casado con el único fin de unir a dos naciones. Aunque los dos ya tenían su vida antes, por ejemplo, los dos habían tenido amoríos en el pasado que le dejaron hijos. Una historia es mejor que la otra, ya que la madre de Murdoc lo había abandonado.

Las dos familias se habían reunido en la "Gran fiesta del reino Pot", aunque muy pronto ya se llamaría el "Reino Niccals", se escuchaba mejor según Murdoc.

Lo primero que hizo Murdoc al llegar fue conseguir una chica decentemente guapa, le fue fácil hacerlo, ya tenía mucha experiencia en este tema. En cambio, su padre fue a saludar a la numerosa familia de su nueva esposa, habían invitado a todos, mientras que él solo llevo a su hijo.

El único hijo de Rachel era Stuart, ya se había convertido en todo un adulto, pues ya tenía 21 años. Era un buen hijo, no daba problemas a nadie, era un ángel. El chico no le gustaban las fiestas, especialmente porque no era muy bueno conviviendo, si tenía un mal día y alguien le hablaba, explotaba con cualquier cosa.

Pensó en encerrarse en su habitación, pero sería muy maleducado de su parte. Así que decidió quedarse una media hora platicando con sus primos y primas, para después irse tranquilamente a su cuarto. Pero no fue así como lo pensó...

— Ah... ¿Giselle, qué haces aquí con este... extraño?

— Íbamos a tener sexo duro, lárgate niño—dijo el azabache con molestia.

— Por si no sabía esta es mi habitación, fuera de aquí.

— ¿Usted quien es para decirme que debo hacer?

— Esperen, ¿no se han conocido?—la chica se empezó a reír.

— ¿Tu qué piensas?—respondió el de cabello azul con un tono de mal gusto.

— Si me permiten explicarles con mucho gusto lo haría—se acomodo su vestido y se paró de la cama.

— Adelante, hermosa—dijo el azabache, viendo el trasero de la mujer.

— Son medios-hermanos. Stuart, él es Murdoc. Murdoc, él es Stuart.

— ¿Qué? No lo creo, parece un señor consternado buscando con quien acostarse cada vez que la vida le da una oportunidad—se rió una vez más la dama.

— ¿Eres tú? Ay no, maldito fenomeno.

— ¿Disculpa?

— Será mejor que ustedes dos arreglen sus conflictos, permiso. Nos vemos después Mudz—se escucho como cerraban la puerta con llave, ella se tomó en serio lo de arreglar los conflictos.

Murdoc quería asesinarlo en ese mismo momento por dejar ir a su chica, pero era una mala idea. Debía de humillarlo igual como el lo hizo. El peliazul se le veía muy tranquilo, sabía que había conseguido lo que quería, su habitación. Al moreno le parecía raro y atractivo su "hermano", su cabello azul cian y sus facciones muy finas le gustaba.

Los dos no tenían ganas de hablar, era incomodo saber que uno de ellos estaba a punto de tener actos sexuales con su prima en la recamara del otro. El azabache seguía recostado en la cama, mientras que el otro lo observaba desde la puerta de salida.

El mayor empezó a tocar sus partes íntimas a manera de incomodar al contrario, que lo terminó consiguiendo.

— ¿Podrías dejar de tocarte?

— ¿Podrías salirte de la habitación?

— Si pudiera lo haría, no lo crees?

— ¿Qué?

— Oh, el señor inteligente no sabe que esta pasando. Todo esto es su culpa.

— ¿Mi culpa, cariño?—se paró de la cama, dirigiéndose hacia donde estaba su "hermano". Era cierto que el menor era un poco más alto que el mayor, pero eso no le quitaba el miedo al viejo.

— Si no te hubieras metido con MI prima y en MI habitación no pasaría esto—lo empujo hacia atrás, sabía que era débil pero no quería demostrarlo.

— ¿Estás celoso porque me metí con tu prima la buenota antes que tú?—el azabache le respondió con un nuevo empujón.

— Yo no soy un viejo asqueroso que se mete con mi propia familia—el chico sonrió victoriosamente. Eso fue la gota que derramó el vaso de Murdoc.

— Muy bien, tú lo quisiste así—lo golpeó con su puño en la mejilla.

— ¿Te enojaste cariño?—se rió el menor, sobándose su mejilla golpeada. Le dió un golpe en la nariz del mayor.

— No bebé, estoy muy bien—golpeó la mejilla que no estaba lastimada.

— Me alegro—pateó la entrepierna del otro, estaban peleando por algo muy tonto y lo sabían.

— Fuiste muy bajo estúpido—se alejó lentamente de él para agarrar velocidad y poder tirarlo, lo terminó consiguiendo. Lo empezó a golpear de nuevo en la cara, hasta que el menor consiguió fuerzas y ahora él estaba encima del mayor.

— ¿Te hace falta aire?—lo estaba ahorcando con sus delgados dedos, ni siquiera sabía de donde había sacado la fuerza para hacerlo. Él era muy pacífico.

— Aaagh...—el azabache dejó de respirar, o al menos eso creía el menor, ya que dejo de hacer ruidos extraños y de moverse.

— ¡Madre mía! ¿Pero qué he hecho?—se sentó sobre el mayor y se quedó así durante unos segundos más analizando lo que hizo. Acercó su oído al pecho del otro, escuchando que todavía latía el corazón de su "hermano". Era una trampa.

— ¿Qué necesitado estás, no amor?—lo tomó de la cintura, viéndolo fijamente.

— ¡Suéltame! ¡Maldito bastardo!—golpeó el pecho del otro, tratando de zafarse de su agarre, pero no lo logró. El mayor ahora estaba entre las piernas del menor, agarrando sus manos para que no escapara.

— Shh te gustará—unió sus labios con los del peliazul, eran muy suaves. No correspondió, esto lo hizo enojar. Mordió el labio inferior del menor, provocando que abriera la boca para quejarse, cosa que aprovecho para introducir su lengua. Esta vez si correspondió, creando una lucha entre sus lenguas. La falta de aire se hizo presente, obligándose a dejar de sentir sus labios. El azabache soltó una de sus manos para después dirigirla dentro del pantalón de su "hermano".

— Basta...—el mayor comenzó a estimular sus partes nobles, sabía que esto iba acabar mal.

— ¿Por qué? ¿No te gustó?—ahora el que sonreía victoriosamente era Murdoc, sabía perfectamente que le había gustado. Aprovechó para darle una nalgada, provocando que se enojara el peliazul.

— Imbécil—Stuart subió su rodilla para darle un nuevo golpe en su miembro, logrando zafarse de su agarre.

— Infeliz—habían tenido un mal comienzo a la hora de conocerse pero no hay nada que no se pueda arreglar.

Drabbles [2doc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora