cinco.

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La semana avanzó rápido, tal vez demasiado. Todos los  perdedores estaban expectantes cuando la mañana del sábado llegó, ¿que podría pasar? Nadie podía asegurar nada.

Richie había decidido tumbarse en la cama a descansar hasta que la hora de salir llegase. Había quedado con todos los perdedores a las seis frente a la biblioteca y desde allí irían juntos. Media hora antes se levantó al ritmo de bust a move y caminó hacia el armario. Lo abrió y eligió unos vaqueros rotos en las rodillas, una camiseta negra de anthrax y una chaqueta vaquera. Se calzó sus converse rojas y caminó hacia el baño. Ya se había acostumbrado a las lentes de contacto por lo que las puso rápido. 

Bajo las escaleras lentamente con la intención de no llamar la atención de su madre, que dormía borracha en el sofá. Rich suspiró y dejó la casa. Montó en su bicicleta y pedaleó hasta la biblioteca. Se sorprendió al ver que no todos estaban allí.

— ¿Y Eds?— preguntó cuando estuvo junto al resto. 

— Su madre no le dejaba ir a mi casa, así que no puede salir de casa— explicó Stan, que estaba apoyado en una pared con cara de pocos amigos. 

Richie suspiró y miró al resto de sus amigos, que mantenían una alegre conversación. Solo Stan parecía preocupado por Eddie. 

— Hm... iré a buscarle.

— ¿Estás loco? No es como si fuese a funcionar. Su madre es muy perspicaz, ¿sabes?— Stan suspiró mientras se apartaba un rizo dorado de la cara.

— No iré a esa fiesta sin Eddie, ¿comprendes?— Richie miró a Stan a los ojos y este apartó la vista.

— Sí, lo sé. Está bien,supongo. Aunque la madre de Eddie nunca le dejará salir...— Stan miró a Richie y luego se giró.— Nosotros vamos yendo. Nos vemos allí.

Richie sonrió a Stan, agradecido de que lo hubiese entendido con una sola mirada. En seguida se montó en su bici de nuevo y dio media vuelta, encaminándose hacia la casa de su pequeño amigo. Estuvo allí en apenas diez minutos. Tal vez el deseo de verle hacía que pedalease más rápido. Dejó la bicicleta sobre el césped y caminó hasta la puerta. Se paró justo antes de llamar y recordó lo que había dicho Stan. Un nuevo plan surgió en su cabeza.

El moreno rodeó la casa y visualizó la ventana de la habitación del castaño. El gran robre sin hojas seguía allí, tal y como Richie recordaba. En seguida se agarró al tronco y comenzó a trepar por este hasta que llegó a la rama más cercana a la ventana. Dio unos golpecitos sobre ella y esperó.

Treinta segundos después un sorprendido Eddie estaba frente a él. Abrió la ventana rápidamente y se asomó.

— ¿¡Estás loco!? ¡¡Podrías caerte, pero qué haces...!!— exclamó en un susurro, probablemente con miedo de que su madre le oyese.

— Te estaba esperando pero no apareciste. ¿No vienes a la fiesta?— preguntó Richie con una sonrisa, inclinándose hacia Eddie.

— ¡Te vas a caer, idiota!— susurró el castaño mientras sujetaba los hombros de Richie.— ¿Por qué no puedes tener más cuidado?

— ¿Estás preocupado?— Richie le miró a los ojos con una pequeña sonrisa. Los pequeños dedos de Eddie se aferraban a su chaqueta con fuerza.

— Pues claro que lo estoy. No quiero que te hagas daño.

— Entonces ven conmigo a la fiesta. Me hará daño estar tan solo sin ti...

— No puedo, Richie— Eddie suspiró—, estoy bajo arresto domiciliario.

— ¿Arresto domici...? No importa. Ven.

— Espera... ¿¡quieres que me escape!?— exclamó Eddie, a lo que Richie asintió.

 ## mixtape !! reddie. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora