- El chico -

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No sabía que estaba ocurriendo conmigo, no lo entiendo. Ahora lamento haber elegido algo tan simple para salir, mi mente se hace la pregunta si estoy bien peinado y no paro de querer que ese rubio levanté la mirada y note que estoy aquí, al otro extremo de la mesa.

Mis manos tiemblan sin control, me siento tan pequeño e indefenso. Santo hacedor protegeme de todo mal y sálvame de lo que me este ocurriendo, que no se lo deseo ni a mí peor enemigo. Me estoy ahogando con mi propia saliva, se siente tan espantoso pero también se siente cómodo.

— Oye carnal, ya deja de temblar que no me dejas leer mi furia de pasiones con tanto sarandeo. No mames, que así no se puede — me gire a ver al chico águila a mi lado, pedí perdón bajito y quité mis brazos de sobre la mesa. Creo que él se aprovechó de esto para poner sus pies cruzados sobre la mesa. Uy... A Lilly no le gustará esto. Ahora que me doy cuenta, los no tan pequeños pies de este chavo impiden que pueda ver al rubio. ¡Mierda!

Intenté mirar por sobre los pies del chico, pero sus tareas me estorban. Intenté por un lado pero casi caigo de la silla. Ok puedo moverme de puesto... Cerca... Del rubio... Cerca... Del.... ¿Saben que? Yo estoy bien desde aquí, al fin y al cabo los pies de este pajarraco no huelen feo y estoy cómodo

— ¡Oye carnal! No es que llegues a oler feo, pero deja de lanzar tus feromonas por el aire, hay gente que trata de leer los cochinos libros y tú pidiendo que te den, ten respeto wey — creo que me puse rojo, ¡¿Como no?! Si lo grito a los cuatro vientos

— Eak has silencio y baja los pies de la mesa. Freddy toma otra pastilla — Lilly pasó por detrás de nosostros

— Pero que aguafiestas que eres — Eak, como dijo ella que se llama, bajo los pies de la mesa de mala gana. Yo saqué una pastilla y me la tomé en seco al no tener agua cerca. Cuando se alejó Eak volvió a poner los pies sobre la mesa —. Y tú wey, ¿Te llamas Freddy? — asentí —, pos tu nombre no me gusta, te llamaré Freddo — ¿espera, que?

— Pero solo le cambiaste la "y" —

— ¡Qué te llamas Freddo dije! No seas pende y no me contradigas —  me señaló con su dedo índice. Eak tiene el cabello blanco pero con algunas áreas cerca de la cara son plumas, sus ojos son amarillos y posee una piel morena, tiene dos enormes alas que se encuentran dobladas. Es bastante... No sé cómo describirlo —, ¿entonces pa que vienes a la biblioteca? —

— Creo que es obvio — mencioné, después de todo ¿Qué se hace en una biblioteca a parte de leer?

— ¿A esconderte tras los libros? —

— Si... ¡No! Vengo a leer —

— ¿Con el libro al revés? ¡Qué padre, Freddo! — mire el libro entre mis manos, soy tan estúpido que lo tengo boca abajo. Tragadme tierra.

— Em... Bueno yo.... —

Pero algún dios benevolente y sabio, se apiadó de mi alma y mando a la señorita Lilly en mi rescate. Ella le tomo la oreja a Eak el cual solo podía quejarse y chillar mientras lo regañaban por tener los pies en la mesa. Me siento salvado por un ángel, un ángel con cola y amargada pero un ángel al fin y al cabo.

Suspiré aliviado, mi mirada se fue al frente y me encontré con un par de ojos grises. El rubio me estaba mirando. Me caí de espalda por la impresión y algunos libros caen sobre mí

— Shhhh.... — Giulliana se acercó para llevarse los libros que estaba en el suelo —, no dañe los libros, niño — y se alejó dejandome en el suelo. Las asistentes de bibliotecas son un amor de personas con todo el sarcasmo de la frase. Me agaché y me fui arrastras cerca de un estante donde solo saque mi cabeza. Observe al rubio el cual tenía su mirada de regreso al libro, estaba rodeado de libros, unos lentes adornaban su rostro. Se veía súper mega concentrado en su lectura, era técnicamente imposible sacarlo de....

- Biblioteca - [Golden×Freddy] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora