Prohibido No Enamorarse (Cuento)

Capítulo XI

La misma noche en que Penélope se había ido, fui una más que empacó sus cosas y le escribí una carta a Samuel contándole el motivo de mi viaje. Él ya lo sabía, solo que no me percate de eso.

Mi muñeca se revestía de cansancio, como si no quisiera tallar en letras lo que le hubiera dicho directamente. Pero opciones no quedaron. Así que, lamentablemente, escribí sin cesar.

"Querido Samuel:

Te pido perdón porque la cena ya no se repetirá. Me voy a Londres por un nuevo empleo que no puedo rechazar y es probable que no vuelva a verte. Si esto es lo último que leerás de mí, entonces me atreveré a decir que te amo con pasión, y aprenderé a vivir sin ti. Ya tienes en tu vida a Penélope. Si decides ser feliz con ella, lo respetaré. Creo que será duro olvidarme de tus ojos verdes con amor para dar. Te extrañare siempre.

Atentamente, Catalina."

Lo puse en el buzón azul con la esperanza de que llegara a él en cualquier momento.

Más allá de los dos, nos espera una distancia vehemente en la oscuridad. Sin amarnos, no somos nada de este mundo.

Al día siguiente, siendo las 9:00am...

El desayuno fue desagradable y sentía un vacío como para alimentarme bien. No alcanzaba despedirme de esta ciudad, del parque donde nos encontramos por segunda vez y del restaurante al que me llevó.

Fui a la estación central con bajo optimismo, pensando en todo lo que realizaría estos años venideros. Y al subir al tren, sofocada estaba por los recuerdos perdidos que iban desapareciendo. Ya era cerca de las 12:00am.

Antes de que las puertas se cerraran, Samuel subió. Tardó poco en darse cuenta de mi persona, y apenas lo vi corriendo hacia mí.

Nos quedamos de pie, mirándonos con asombro y nostalgia. Teníamos ganas de acercarnos más, de sentir nuestras almas y corazones vibrar bajo aguas pacientes, pero saturadas de ansiedad.