Capítulo V

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Pasé horas despierta; y aunque la enfermera me dijera constantemente que lo hiciera, fallaba en el intento. Intentaba saber cuál era su estado.

Ya se hacía de mañana, el sol no deseaba ocultarse, ahora de pie y a su lado, ansiaba el abrir de sus ojos, de sus hermosos ojos verdes. Aun no se daba cuenta de mi presencia, pero eso fue lo de menos; ser su compañía en estos momentos era sublime.

...

- ¿Samuel?

- Catalina, ¿Qué me pasó? ¿Qué fue lo que ocurrió?

- Unos hombres te golpearon, o eso habían mencionado. Te encontré herido y te llevamos al hospital. Gracias a Dios que estás a salvo.

- Penélope se enfadó conmigo por el regalo que te hice, salí a caminar y... eso es lo último que recuerdo de anoche.

- Tranquilo, trata de dormir.

En eso, ella entró a la sala, sorprendida de mi visita:

- ¿Qué haces aquí?

- Yo pedí ayuda y lo acompañé hasta el día de hoy.

-Gracias Catalina, no pude imaginar que pasaría esto. Pero creo... que es hora de que te vayas, quiero estar a solas con él, por favor.

Sus palabras y su mirada denotaban más que celos e incomodidad, por haber estado en su lugar. Le contesté:

- Claro, no los interrumpo más. Adiós y buena suerte.

- Espera... (Samuel yacía consciente) no sé cómo agradecerte, nunca olvidaré lo que hiciste por mí.

No pronuncié palabra alguna, solo pude irme. En realidad, no sabía que decir, su respuesta calmó la presión que me invadía.

Volví a casa destrozada, por el valor que me faltó para seguir allí y decepcionada por el tiempo que se interpone entre nosotros. En ocasiones me hago estas preguntas: ¿Por qué estamos así? ¿Qué haremos al respecto?

Nuestras vidas son sin duda, diferentes. Pienso en salir de la ciudad, aunque también quisiera desvelarme en sus brazos justo ahora. Y pese a todo, seguimos siendo humanos, por razones inevitables, con presentes realmente trágicos y enternecedores.

Prohibido No Enamorarse (Cuento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora