Capítulo X

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Catalina

Vi realmente que esa noche fue mágica, y una gran dicha al estar a su lado. Nunca experimenté algo parecido. Nuestras almas interactuaron y ambos definimos una sola cosa: que nos queríamos sin fecha de caducidad.

Un amor interminable. Un amor solemne.

Al día siguiente...

De nuevo en el trabajo, mi jefe dió un aviso general: "Se realizará la transferencia de un grupo de empleados a Londres. Los elegidos para esta convocatoria son... Josué Salinas, Catalina Bloom y... Gracias a todos por su atención".

Dijo mi nombre y no hice nada para evitarlo. Pensé en Samuel y su lugar de ensueño, pero no volvería en mucho tiempo. Sin embargo, ¿para qué regresar? Samuel está con Penélope, el jamás estaría conmigo

...

Lo llamé por la tarde, pero ella contestó:

- ¿Aló?

- Disculpe la molestia, ¿puedo hablar con Samuel? Soy Catalina.

- ¿Cómo estás? Ha pasado tanto tiempo. Está tomando una ducha. Es que vamos a comprometernos y a preparar la cena. ¿Le digo que llamaste?

- Cuando puedas, le avisas.

- Muy bien, hasta luego.

Destruir algo frágil de mi habitación no sería suficiente, mi dolor no disminuiría. No aguantaba el hecho de que aún se encontraba en pie lo del casamiento. Lloré como la sangre que corre por mis venas a máxima velocidad. Continuaba, y no se detenía.

Acepté la transferencia, conformándome con irme y dejar las experiencias atrás. Decidí huir de él y su querer.

El tren saldría mañana al mediodía. Trataba de quemar nuestra foto, pero mi voluntad me ganaba. No me desharía de él, no así.

En Nashville...

Samuel recibió a los padres de su enamorada en el apartamento. La cena le recordaba aquella noche, en que me conoció mejor. Claro que todavía estaba indeciso. Luego de una plática no tan amistosa, se puso distraído. Como si no existiera en la mesa:

- ¿Samuel? ¡Samuel! ¿Estás bien?

¿Qué te pasa?

- Perdón, no te oí. ¿Qué decías?

- Hace unos minutos te comportaste raro. ¿En serio estás bien?

- Sí, estoy bien.

Ellos intervinieron.

- Bueno, creo que ya deberían decirnos el motivo de nuestra visita. ¿No creen?

¿Penélope?...

Él tenía el anillo en sus manos, Y aún dudaba si salir o no de allí.

- Sam, creo que el momento más importante de mi vida llego. Siento que no podría amar a alguien que no seas tú y creo que es hora de consolidar nuestra relación.

- Penélope, para mí eres un ser muy amable y especial, es por eso, que voy a darte este...

Notó mi espejismo en uno de los asientos. De pronto, dijo:

- No puedo hacer esto. Con permiso.

Y se fue del comedor de inmediato, ella lo siguió:

- ¿Qué te ocurre? Mis padres están interrogándome.

¿Por qué te detuviste?

- No puedo darte ese anillo. ¡Yo amo a Catalina!

Se quedó perpleja con su confesión.

- Oh por Dios. Con razón, estos meses te sentía distante y tímido. No me hacías caso en nada. Es por ella, ¿verdad?

- Por favor Samuel, mírame. ¿Es por ella?

- Así es - asentando con la cabeza.

- Entonces, no hay tiempo que perder.

Luego de tocarle la mejilla, comenzó a moverse:

- ¿Qué crees que estás haciendo?

- Empacando mis cosas. Me iré con mis padres. Prepárate para salir mañana.

- ¿De qué hablas?

- No te lo dije, porque arruinaría la cena.

- Catalina se irá a Londres. Investigué la actividad de la empresa donde trabaja y llamo en la tarde. Si lo hizo, fue porque quería que lo supieras.

- No puede ser. ¿Y qué es lo tengo que hacer?

- Saldrá mañana a las 12:00am.

- Penélope, ¿estás segura de esto?

- Si estoy enamorada de ti, pero tú no... ¿Crees que podemos seguir juntos?

- Por supuesto que no.

- Te quiero Samuel, pero no eres mío. Tú deberías ir por ella ahora, pero aguarda ¿si?

Espero que tus sueños se cumplan. Yo no impediré tu camino.

- Lo siento muchísimo. No pensé que lo nuestro acabara de esta forma.

- No nos queda de otra. Yo nunca te tendré rencor, porque me diste la oportunidad de amar, cuando nadie lo hizo.

Aunque pronto y algún día, seré tan feliz como tú con Catalina. Dile lo que sientes y no la dejes ir.

Nunca es tarde, y menos para el amor.

Adiós Samuel.

La besó en la frente y ella le devolvió una pasiva sonrisa. Se fue y lo dejo pensativo en la habitación. También guardo sus cosas y esperó hasta el día de mañana.

Prohibido No Enamorarse (Cuento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora