II

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JiMin se lo ha llevado a dar un paseo, el doctor Lee le había recomendado intentar salir más a menudo.

Era la tercera vez en la semana que lo intentaba; YoonGi no paso de la puerta del apartamento en las ocasiones pasadas, sin avisar llegaba esa opresión en el pecho y comenzaba a tener dificultades para respirar, el sonido en su cabeza lo volvía loco y terminaba a nada de desmayarse. El pelirrojo se quedaba a su lado intentando darle palabras de consuelo; no solucionaría sus engranes descuadrados, pero al menos era un respiro para su pobre corazón.

- ¿Quieres dejar de intentarlo por esta semana? – Le pregunto el menor.

- Deseo, pero no lo haré. En algún momento tengo que enfrentar las cosas, ¿no? – YoonGi seguía temblando un poco; pero al menos sentía que su corazón se quedaría en su pecho y sus piernas en tierra. JiMin sonrió un poco enternecido y mantuvo su mano en la espalda del mayor.

- Es tu elección, mi valiente príncipe. – YoonGi dejo salir un poco del aire; todo se sentía un poco mejor junto a Park.

- Aquí vamos. – "Uno, dos, tres. Has podido con peores cosas Min YoonGi; esa puerta no es nada"

Min lo logró; todos los que alegaban que su cabeza dura sólo le traería problemas, estaban levemente equivocados. "Esa cabeza dura" lo ayudó a salir a dar una vuelta y hasta comprar dos leches de banana para él y su novio. ¡Ah, pero es que era maravilloso!

El doctor Lee estaría encantado, y aún mejor. El azabache volvió a saborear la independencia y normalidad.

Con todo su buen ánimo; planeaba volver a casa, darse un baño caliente, quizás comer algo, y acurrucarse en el pecho del pelirrojo. Pero la vida nunca es tan amable con Min YoonGi, y hoy tampoco será la excepción.

Después de cerrar la puerta y acomodar sus zapatos; el celular de JiMin comenzó a sonar, no su teléfono normal, no. Ese especial, el de su oficina que tenía un tono horrible y disparaba alertas en su mente: JiMin se tendría que ir.

Se miraron en silencio, con un aire de melancolía pesada en el ambiente; no era la primera o última vez que algo así ocurría.

- Buenas noches, Ah. Hola señor Choe. – YoonGi sentía el júbilo del hombre al otro lado de la línea, le daba escalofríos. – De acuerdo, lo veré ahí en una hora.

Park corto la llamada y se acercó con gracia a su frágil príncipe; su príncipe de cristal.

- Tengo que irme cariño, una tonta cena de negocios. – Rodo los ojos, y acunó el rostro del pelinegro intentando guardar su tacto tanto como fuera posible. – Lo lamento, pero no tardaré. ¿Está bien? Aún podemos tomar un baño juntos, y volveré antes de que te duermas.

Cualquier mentira podía salir de sus labios, pero el brillo en sus ojos y el calor de las manos en su rostro le aseguraban que todo estaría bien. ¿Muy tonto creerle a esa voz?

Tal vez, pero prefería eso.

- No te preocupes, te esperaré.

Un beso colmado de ternura y unas palabras dulces eran un boleto directo al corazón mayor; pero claro sólo si venían de parte de Park JiMin.

Sweet Lies •Jimsu•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora