Capítulo 15

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Me quedo estática en mi lugar. Mi cuerpo no responde las desesperadas señales que le envía mi cerebro.

Solo puedo ver las dos masas de músculos corriendo hacia nosotros como endemoniados en busca de una indefensa e inútil presa a la cual cazar para luego despedazar con sus afilados dientes.

Damián al parecer se ha quedado igual de pasmado que yo porque no se ha movido de su lugar tampoco y no lo culpo, la imagen que proyectan esos dos guerreros corriendo hacia nosotros es terrorífica, parece que se  teletransportan al correr. Sin embargo, si lo pudieran hacer, no me explico como es que no han llegado a nosotros en un santiamén.

Rayos. Estamos muertos.

Ni siquiera me percato cuando Damián me agarra del brazo y me arrastra en dirección contraria a la muerte directa y segura que proyectan esos dos guerreros.

No sé en qué momento mis piernas empezaron a funcionar pero de un momento a otro ya estábamos corriendo casi a la velocidad de la luz por el bosque. Damián una vez que me soltó el brazo, me agarró de la mano y se aferró a ella.

Cada vez dejamos a los Backs más atrás. El viento me golpea son piedad haciendo que con mi mano libre tenga que agarrar mi capucha para no ponerme al descubierto. Si no nos atrapan lo mejor sería que no me hayan visto.

—¡Deténganse o el castigo será peor! —Vuelven a gritar. La voz sonó por todo el bosque poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba y haciendo que tropiece con la raíz de un árbol la cual se alza por sobre la tierra.

Cuando perdí el equilibrio me fui de bruces contra el suelo soltando el agarre de Damián.

¡Se supone que la puta naturaleza está de mi parte, no en mi contra!

Trato de pararme lo más rápido que mis nervios me permiten.

—Vamos —Susurra Damián cuando llega hasta mí y me ayuda a pararme.

Volvemos a coger el ritmo y sigo a Damián, quien se desvía hacia la derecha donde hay un montón de arbustos con espinas. Cuando los pasamos sin pensarlo tenso mi mano en dirección a ellos y hago que se eleven formando un muro de espinas que nos dará ventaja. Es sorprenderte todo lo que han mejorado mis habilidades en tan poco tiempo.

Seguimos corriendo y bajamos por una ladera. Casi me vuelvo a caer por lo inclinada que está pero logro sostenerme de la rama de un árbol.

Ya no escucho pasos detrás de nosotros y eso me tranquiliza un poco, solo un poco. Al parecer el muro de espinas dio resultado.

Llegamos a un pequeño claro el cual está ocupado por una pequeña casa de madera toda destartalada, la casita está en muy malas condiciones. Se está cayendo a pedazos, no me sorprendería si no llega a mañana.

Corremos hacia la casa, ya es de noche y hay luces encendidas. Damián llega al porche de la casa y abre la puerta de un tirón. Agarra mi brazo y me arrastra dentro de la casa cerrando la puertas tras él. Recargamos la frente contra la puerta de madera y suelto un suspiro.

—¿Qué coño a sido eso? —Susurro tratando de regular mi respiración.

Damián me va a contestar cuando escuchamos un sonido. Un sonido que solo había escuchado en películas y que en la vida real suena escalofriante. Nunca pensé que escucharía ese sonido, ni en mis peores pesadillas.

El sonido del seguro de un arma al ser quitado.

—¿Quiénes son ustedes? —Preguntan detrás nuestro. Me doy la vuelta lentamente y levanto las manos. Un señor nos está apuntando con una escopeta más vieja que Adán y Eva pero que sin duda cumple con su objetivo como si fuera nueva.

The Hill'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora