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Micaela

Salimos de la limosina, había un largo camino de alfombra roja, desde la calle hasta la entrada de la preparatoria. Caminamos y tomo mi brazo para ponerlo alrededor de su brazo, le sonreí ante su acción.

Entramos y él sonido de la música sonaba cada vez más fuerte. Los pasillos estaban con una que otra persona con su pareja o pequeños grupos de amigos, al llegar al gimnasio, vimos todo.

Todo estaba realmente precioso, las luces de diferentes colores le daban aire de discoteca, él techo estaba repleto de globos coloridos, listones y un escenario donde se encontraba un Dj, habían dos barras donde de ahí se desprendían luces artificiales. Una pista de baile se encontraba en él centro, alrededor había mesas estaban repletas de comidas.

Las Mesas estaban posicionadas en frente de la pista de baile, unas cuantas estaban desocupadas, la mayoría estaban bailando en grupo o en pareja, y de pronto todos se fueron al oír que una canción lenta comenzó a oír, dejando a los jóvenes con su chica. Sonó la canción de "Say something".


Él jalón de Ramiro, hizo que le mirara.

 —¿Bailamos?  —pregunta tomándome de la cintura.

Asentí emocionada, jamás había bailado, mucho menos con un chico, y sin hacia el ridículo, poco me importaba.

Ya estando en él centro, tomo de mi cintura y yo mantuve mis manos en sus hombros.

Me miro y sentí como se enrojecía mi rostro.

 —No me mires así.  —digo apenada.

 —¿Así como?

 —Pues así, no sé.

 —Como no mirarte si eres preciosa.

Reí nerviosa y me le acerque a su oído.

—Te quiero tanto.  —sentí como se tenso, sople en su cuello dejando un beso.

 —No hagas eso.

 —¿Qué? ¿esto? — repetí la acción.

 —Maldición si, eso.

— ¿Por qué?

 —No querrás saber las consecuencias de tus actos.  —dice apretándome la cintura.

 —Tal vez si quiero saberlas... —dije divertida.

Su cuerpo se tenso y me atrajo a él para besarme. No sabia la razón por las palabras que dije, yo no soy así, pero por lo que veía, a Ramiro le encantaba.

 —Te gusta jugar con fuego, ¿no?  —dice mirándome con su labio entres sus dientes.

—Puede ser.

 —Me gustas demasiado, y mas así.

 —¿Así?

 —Si, tu cambio de actitud, estas entrando en confianza. Eso me gusta, aparte de que te ves jodida-mente caliente con ese vestido.

Mi rostro no tardo en calentarse y ponerse rojo.

Maldición, lo quiero demasiado.

Narrador omnisciente.

La gran pareja mientras se veían fijamente iba entrando Bianca, la prima de Micaela. Rápidamente su mirada se encontró con la pareja que bailaba en él centro, como si nadie estuviese en su alrededor, disfrutando su noche. Bianca sonrió orgullosa de ella, pero poco a poco se desvaneció al pensar que se iban a ir dentro de cuatro días a otra cuidad. Sus padres habían ganado custodia total de Micaela, que para ellos, tendrían que empezar de nuevo en otra cuidad apenas siendo la graduación siendo apenas entregando su certificado a Micaela y Bianca se irían. Aun sin importar la custodia, no importaba ya que dentro de un año más, Mica podría ser independiente y regresar. Pero no podía, no podía dejar por todo un año a su Romeo. Porque, un Romeo no puede vivir sin su Julieta. Y ese Romeo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para no dejarla ir.

Bianca hizo a un lado su negatividad y le prestó atención a su hermosa acompañante, Azul.

Era mas mínima importancia que los dos pares de jóvenes con su pareja le daban a su alrededor. Eran solamente ellos, disfrutando la noche, como si fuera la ultima, aferrándose cada vez mas a su amor. Su verdadero amor se encontraba ahí, bailando con él y ella. Deseando que esa noche jamás acabara.

Pero lo bueno nunca dura.

"Hey Micaela"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora