6.~There are you

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Hoy me he despertado , pensando en Philip. Quizá debería volver a su casa y dejarle una pista...-¡NI SE TE OCURRA! - me dije a mi misma. No puedo dar la situación por perdida , sé que me encontrará , los poetas nos reconocemos entre nosotros.

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Helen , como siempre, preparó el almuerzo y , esta vez, decidió llevar un caballete y unas pinturas que su padre le había dado con la intención de que dejase la poesía. Decidió coger otro camino para ir al bosque, así vería cosas nuevas que admirar. Mientras paseaba hacia el bosque , paró ante la oficina de correos, y , como le quedaban ya pocos recursos, decidió mandar una carta a sus familiares pidiéndoles comida y bebidas, prometiéndoles que si lo hacían les invitaría el fin de semana a cenar a su casa. Puso un sello de un contrabajo , uno de sus instrumentos favoritos y se la dio a la empleada, convencida que en unos días tendría que preparar un banquete como nunca lo había hecho.

Al llegar al bosque, se instaló bajo las ramas de su viejo amigo , colocó su caballete orientado hacia el lago y la cascada y preparó las pinturas. Helen decidió que pintaría a unas golondrinas que bailoteaban cerca de la cascada. Y tras un rato pintando, pensó que debía tomarse un descanso para tomarse un aperitivo y dejar que el viento la meciese en la hierba hasta que se durmiese.

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-Es la hora- dijo Philip emocionado por salir al bosque- ¿ La hora de qué? Dijo Eliza. Philip no se esperaba que su madre lo estuviese escuchando- Pues la hora de salir a buscar más inspiración para mis poemas. - Dicho y hecho , Philip se despidió de su madre y emprendió su camino al bosque. Atravesó los árboles y los matorrales de arándonos , hasta que tropezó con una raíz saliente de un roble, cayendo en el arbusto en el que ayer se encontraba escondido.

Ya hacía un rato que Helen se había despertado y retomó su pintura.
Philip se reincorporó y se quitó algunas ramitas que se le habían enganchado al suéter. Lentamente y sin hacer ruido se acercó nervioso pero seguro de lo que iba a hacer.

-My name is Philip,
I am a Poet,
And as you say, I came here to show it.-
recitó a medias Philip, ya que Helen , no le dejó acabarlo.

Apretó el puño en el que tenía el pincel, y lo atravesó en medio del cuadro y tardó en asimilar lo que estaba pasando.
Se dio la vuelta y asombrada miró a Philip, lo mismo hizo él , la miró; puede que la hubiese visto hace 24 horas, pero aún así, seguía asombrado por ella. Pasaron unos instantes hasta que Helen reaccionó, moviéndose hacia atrás, casi se cae al lago, le daba igual, estaba estupefacta, sin embargo Philip no dejó que se cayese , la agarró por la cintura a tiempo y se quedaron mirándose más cerca que nunca, la tensión era máxima. Helen, recobrándose y aceptando la realidad, lo agarró de los hombros e hizo que se tirasen al agua.
¿ En qué estaba pensando Helen?

Lo que pasó fue estúpido, cuando salieron a la superficie se miraron a los ojos y empezaron a reírse, pero reírse descarada y ruidosamente. Jugaron en el agua salpicándose y riéndose, Helen paró y le lanzó una mirada a Philip, éste, también paró de jugar y se ruborizó mirando hacia otro lado. La cogió en brazos y la dejó cuidadosamente a las raíces del sauce, él, se puso a su lado y notó que tiritaba un poco, como consecuencia, Philip la acogió con un brazo pegándola a él. Helen se puso más roja que cuando tomaba guindillas y dejó caer su cabeza en el hombro de Philip. Pasaron un rato así hasta que Helen se sintió lo suficientemente valiente como para decirle que tenía que irse ya a su hogar. Él , un poco triste, la soltó y observó cómo recogía sus cosas, posteriormente ella le saludó para despedirse. Philip la cogió acto reflejo - ¿ Mañana te volveré a ver?- dijo intentando evitar los ojos de Helen. Ella no respondió, se limitó a levantarle la barbilla y asentir con la cabeza. Tras ese movimiento , salió corriendo de allí y Philip se convirtió en una estatua.

-¿Qué te dije? Has venido...- susurró Helen corriendo más y más a la vez que se ruborizaba como una rosa . Llegó a su casa, ordenó las cosas, se puso el pijama y se fue a dormir, pero la emoción que la envolvía era tal que tuvo que dar varias vueltas a la casa para cansarse y caer en su cama.

Philip, que no habló aunque su madre le preguntaba cómo le había ido el día, se cambió la ropa y ni cenó, se hecho en su cama y se quedó mirando al techo pensativo.

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