20.~Reverenge of love.

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Philip tardó en recuperarse de la pérdida, pero tras unas semanas de mensajes positivos por parte de Helen, lo consiguió.

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Tras pasar por algunos pequeños enfrentamientos contra George Eackers, decidieron pasar ya de él, no iban a desperdiciar su vida en ese miserable. Lo que Mr. Eackers no sabía era que él mismo se había sentenciado...

Era una mañana relativamente oscura, perfecta para que la muerte hiciese su presencia...

Por muchos besos, abrazos o amor de Philip; nadie puede parar la sed de venganza de un Sallow. Helen se vistió ese día con un vestido blanco, con alguna que otra decoración; tenía una espada de cuando su padre fue a la guerra, y la daga de la última vez, se las guardó y volvió al mundo de la demencia. -George, usted ha cometido el mayor Y ÚLTIMO error de su estúpida vida.

Como siempre George estaba en la taberna. Helen entró en el local discretamente y fue por los lados oscuros hasta llegar a George. 5 minutos y descubrieron a Helen.
-Srta. Sallow...Es usted...Bonito vestido...-
-George, no es momento de cumplidos. Usted sabe que sigo enfadada y cada segundo que pasa me torturo de las ganas de matarle...Pero le doy dos opciones antes de que sea demasiado tarde...O te mato yo o mataré a la persona que más te importe en este mundo....-
George parecía que no estaba de bromitas ese día..De hecho parecía triste, ya que miraba cabizbajo mientras los demás borrachos se reían y hablaban entre sí. Helen se percató de ese echo y dejó caer la espada al suelo. -¡ La gatita se rinde ante el gran George ! Jajajaja- Gritó uno.
*Carcajadas de gente borracha*.
-Caballeros, un poco de respeto a la Srta. Sallow...-
-No hace falta que me ayudes, yo puedo crear mi propio respeto-.

En ese momento Helen lanzó una mirada asesina a los hombres y a modo de frisbee lanzó la daga, matando a todos menos al personal del bar y Mr. Eacker.-George, ven conmigo por favor...- Le ordenó, limpiando su daga de la sangre de los clientes ; posteriormente recogió la espada y como no sabía que hacer con ella, clavó la espada en la pared del techo. Temiendo sufrir el mismo destino que los demás o peor, obedeció mudo a la cabezota de Helen.

Se pusieron a caminar por la solitaria Yorktown en silencio.
-Qué estamos haciendo y a dónde me llevas.
-Mr. George Eacker, por qué habló mal sobre Alexander. Qué le hizo él a usted. Qué le hizo Philip...¿Qué le he hecho yo? ¿ O acaso es usted retrasado y no piensa en sus actos?
-Primero quisiera pedir disculpas.
-Aceptadas.
-Vale....Pues...No se...Solía ser muy egoísta...Creerme el mejor...Ya que en mi niñez me marginaban...Pero creo que sobre todo me metí con Philip y con usted porque....Bueno, usted es muy bella y única, Philip tiene suerte de tenerla a su lado...Yo nunca podría tenerla, así que me ensimismé contigo y llegué hasta el punto que haría cualquier cosa para separarles...-

Ese último comentario hizo que Helen se parase en seco. -Ya veo...Yo también pido perdón por comportarme como una demente en el duelo...Si dijese que comprendo su situación, mentiría. Debe de ser duro para usted...esto, pero no puedo permitirle que haga estas locuras. Primero, usted sabe lo cercanos que somos Philip y yo. No hubiese tenido ninguna oportunidad, aunque se hubiese muerto. Se lo digo así de claro, porque yo no miento. Segundo, usted es unos 2 o 3 años mayor que yo... Entre otras cosas.
-Ya veo...-. respondió George bajando la mirada y disponiéndose a irse. -Hey- Le detuvo Helen.
-En el mar hay peces de colores :
rojo, azul, verde y amarillo.
Hay algunos con tanta belleza que transmiten hasta brillo-
Recitando eso Helen le quería indicar que debía pasar página y buscar más allá de sus fronteras mentales. Entonces George se puso pensativo hasta que pareció que se le encendió la cara. -¡Helen! Gracias. - Abrazó a Helen. -Je...Je...Bueno, es hora de irse...Buena suerte.- Diciendo eso, Helen se despidió de él y este se fue corriendo hacia el infinito. -Gracias, Helen, prometo que no me rendiré...Aunque lo que todos sabemos...Es que por muchos peces que haya en el mar...En el fondo te seguiré queriendo, aunque yo me lleve incluso a olvidar de ello...- Pensó mientras se iba. -Misión cumplida- Se dijo para sus adentros Helen. Luego decidió caminar sola hasta volver a su casa. Se preparó la cena y se quedó un rato durmiendo. Mañana había quedado con Philip para hablar las cosas de la boda, quedaban con ese día, 3 antes de la boda. Era hora de empezar a organizar todo.

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