Capítulo 1

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CAPÍTULO EDITADO

 La primavera se desvanecía, delicada, un último desgarre antes de darle la bienvenida a un caluroso verano

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La primavera se desvanecía, delicada, un último desgarre antes de darle la bienvenida a un caluroso verano. Algo se mueve. Avanza presuroso, una tensión de fluencia, una alteración que punza desde las entrañas y se vislumbra en los ojos, en el sudor de la palma de las manos. Siento a mi cuerpo y mente cambiar a la velocidad de la luz. Estoy a punto de iniciar una nueva etapa en mi vida: la preparatoria. Me produce terror y ansiedad el sólo pensarlo— algo que por desgracia, pasa muy a menudo — concentrar mis pensamientos en ese nuevo cambio me revuelve el estómago al punto de querer vomitar, el corazón queda atorado en mi garganta, me asfixio. Las ganas de salir corriendo, gritar, perderme, esconderme debajo de un tragaluz y que nadie me encuentre persisten. Ha pasado un año desde la última vez que tuve contacto con algún tema escolar, la razón,  después de terminar secundaria, perdí el primer curso de la "prepa"; me aterra que vuelva a pasar. No sólo eso, también me da miedo conocer gente nueva, desfigurar mi identidad, olvidarme de lo que deje atrás, mis amigos, los libros, la música, el café; pero sobre todo, me asusta sólo imaginarme que nadie llegará a aceptarme, que me verán como «el bicho raro» al expresar quien soy, ese es mi miedo más grande: ser condenado al rechazo.

Por supuesto todos estos miedos tienen un origen: mi inseguridad. Esa asfixia  va desde mi sexualidad hasta como luzco; que, a veces pareciera ser mucho más grande que yo. Y sí, sé que no soy la persona más horrible, aunque cabe resaltar que nadie lo es, el tema de la belleza es tan subjetivo como una simple cuestión de gustos y del entorno cultural, pero también, como es mi caso, depende de las opiniones e imposiciones de la sociedad, eso último me importa mucho a la hora de percibirme a mí mismo. Sin embargo, antes no solía importarme lo que la gente pensara de mí ni como me veían, tenía a mis amigas que siempre me apoyaban y cuidaban, sin importarles qué tantos defectos tuviera o qué locuras hiciera.

Al inicio de verano, mientras me miraba en el espejo y pasaba por mi mente el tema de la nueva preparatoria, las inseguridades me cayeron como rayo. Y no es algo que haya cambiado hasta el momento. Cuando me observo en el espejo me doy un poco de disgusto: soy una persona de mediana estatura, no muy gorda pero sin un abdomen de en sueño, cabello lacio de color negro — el cual siempre está revuelto y con forma de arco —, piel pálida, pequeños ojos marrón claro cubiertos por espesas pestañas, labios medianos, mucho vello corporal y por último, acné. Eso último es lo que más odio, lo que me hace sentir menos atractivo. Creo que la vanidad y el deseo de ser aceptado es lo que hace que no pueda dejar de criticarme.

Casi siempre cuando tengo ese arranque de auto destrucción, mando todo a la mierda, pongo a Lady Gaga a todo volumen en mi portátil y me dejo llevar por la música. Entonces, todos esos prejuicios comienzan dispersarse junto a los sonidos, me olvido de todo. El problema es que estos últimos días esa técnica ha dejado de dar frutos. Entraré a una nueva escuela y me aterra estar entre esos desconocidos sin tener a donde ir, sin tener a nadie. Estos últimos días mientras me veo al espejo, he encontrado un defecto diferente que por mucho que intento ignorar, no puedo.

Y lo peor es que los nervios empeoran todo, ¡¡me están enloqueciendo!!

— Respira, Abraham — me digo. Hoy es el gran día, mi primer año en la preparatoria y la ansiedad me carcome.

He decidido usar una chaqueta de mezclilla, una playera negra con una frase en japonés, unos jeans negros y zapatos con un poco de plataforma. La especialidad de la casa. Además voy muy temprano, le he dicho a mi madre que me dejase ir solo porque necesitaba tiempo pada mí, para respirar. Y tal vez parezca que con todas eso este exagerando, pero en verdad, aunque suene absurdo, ya no recuerdo cómo socializar o cómo actuar con desconocidos.

Por fortuna el recorrido es tranquilo a pesar de los nervios del primer día de clases, las calles resplandecen y los padres toman un paseo con sus hijos.

Mientras sigo pensando en lo que va a pasar, me fijo en todo: en los globeros de los parques aquí en CDMX [1], en las arboledas de un verde intenso y en los niños que crean su propio mundo imaginario donde son guerreros, príncipes y dragones. Creo que es justo lo que necesitaba después de tanto estrés.

No pasa mucho para que me encuentre en la entrada de la preparatoria. El corazón me sube a la garganta y empiezo a transpirar más de lo normal. Descubro que me incomodan demasiado los chicos mayores, fumando y drogándose, creyéndose superiores sólo por causarse tal daño; de hecho jamás he tenido contacto con ellos, tuve novios de esa edad — entre los 17 y 18 años — pero nunca hubo nada trascendental o que me provocara por lo menos algo, la mayoría fueron noviazgos virtuales en redes sociales que finalizaron terriblemente mal.

Camino por los pasillos, la preparatoria es bastante grande, hay 8 edificios repartidos en todo el terreno de 3 pisos cada uno; canchas de baloncesto, fútbol y voleibol. Además de una de las bibliotecas escolares más grandes que haya visto. Una cafetería, jardineras y lindas zonas verdes. Todo marcha perfecto hasta ahora, aunque me asusta perderme antes de poder llegar al salón.

Sin embargo no pasa y soy el tercero en llegar, sentándome detrás una chica con aspecto tímido, lleva un outfit similar al mío, las uñas pintadas de negro y tiene los ojos más grandes y lindos que he visto, y que resaltan por el delineador. Creo que podemos ser buenos amigos a pesar de que temo su rechazó, me armo de valor para hablarle.

— Hola, ¿cómo te llamas?—digo muy nervioso tendiéndole una mano, casi quiero salir corriendo.

— Soy Emma — se sonroja, su mirada cae hasta el suelo y le toca preguntar— ¿Y tú?

—Mucho gusto, Emma. Me llamo Abraham — le vuelvo a tender mi mano.

Al final le pedí su perfil de Facebook, y justo cuando me tendió un papel donde lo escribió con una caligrafía casi perfecta, entró la profesora al mismo tiempo que los demás alumnos. Ahora todos ponen mucha atención tratando de iniciar bien el ciclo, de enmendar lo que no hicieron en la secundaria. Esta es la clase de comprensión lectora y redacción, me resulta muy entretenida por que va de literatura y cuando grande, me gustaría llegar a trabajar en el mundo editorial o de profesor. Realmente me encanta, diría que bastante.

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Referencias:

[1] CDMX= Ciudad de México

Editado por vluchtig.

Placer Entre Lineas:Guarda Silencio. #1 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora