Capitulo 5

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Continuamos nuestra búsqueda bajo el sol abrasador del desierto, rumbo a la ciudad más cercana al sur como había ordenado la buscadora. En mitad del vasto y asfixiante erial, decidí hacer una parada para examinar los alrededores. La aridez inmensa que enfrentábamos era ajena a mis experiencias previas; siempre había perseguido humanos en regiones más norteñas y templadas, así que este sofocante calor me resultaba ajeno y fatigante.

Escudriñando la extensión desértica, con su etérea danza de polvo y arena, solo logro distinguir lo obvio: cactus, arbustos y la reverberante calidez que parecía deformar el horizonte. Con papel en mano, estudio las enigmáticas coordenadas y las líneas garabateadas por la mano de la buscadora, que poco parecían tener de mapa o guía discernible en este ambiente.

"Claramente, esto no marca un camino," murmuro.

"Sí, ya he llegado a esa obvia conclusión," contesto a Barbará, cuyo tono refleja la frustración que me consume.

Patric me llama desde la sombra efímera del vehículo, la intolerancia palpitando en su voz. Saco unos momentos más para contemplar el horizonte, buscando alguna pista que pudiera revelar el misterioso destino de Wanderer.

"Este desierto podría tragarse cualquier rastro y alma sin dejar huella," comento con una mezcla de desánimo y determinación. "Pero debemos seguir; si la buscadora da con ella primero, no solo Wanderer, sino todos los que estén con ella, estarán condenados."

"Esperanza, por favor no te atrevas..." la advertencia apenas susurrada de Barbará revela su temor ante la posibilidad de que recurra a medidas extremas.

"Tranquila. No lo haré a menos que estemos listas. Cuando llegue ese momento, lo sabrás," Le prometo mientras vuelvo al coche y nos disponemos a continuar la búsqueda.

Semanas pasan con cada puesta de sol y cada amanecer en que el silencio del desierto nos concede solo más interrogantes. Ni rastro de la chica desaparecida, ni susurro de su paradero.

Una tarde, bajo la escasa sombra de un árbol solitario, Patric desahoga su frustración. —Estas búsquedas son un sinsentido. Deberíamos estar cazando humanos, no persiguiendo espectros que bien podrían ya no caminar entre nosotros,— dice, su rostro agitado por la indignación.

Contengo la risa cuando me atraganto con el agua; Barbará, como siempre, expresa en silencio su acuerdo con él.

—Patric, nadie te obliga a acompañarme. Este desierto bien podría ser mi morada si escoges tu camino,— le digo, consciente de su compañía.

—Pero abandonarte aquí sería tan fatal como dejar a un humano en medio del océano,— responde, y aunque él habla en serio, no puedo evitar la carcajada sincera ante su comparación dramática.

"Estaremos mejor sin él," insiste Barbará, siempre dispuesta a soñar con una soledad compartida.

"Sí, pero su resistencia ha sido inesperada," le confieso.

—Entonces, ¿qué vas a hacer, Patric?— pregunto, mi curiosidad genuina mientras me levanto y sacudo las partículas de arena de mi ropa.

—Me quedaré en la ciudad del sur. Tal vez ese sea el mejor curso de acción. Si eliges seguir viniendo al desierto, te brindaré apoyo,— declara, tomando su decisión final.

Barbará se regodea en su sarcasmo, "Finalmente, pensé que tendríamos que encontrar la forma de deshacernos de él."

"No seas cruel, él es nuestro amigo," regaño a Barbará, disipando la onda de desdén que proyectaba hacia Patric.

Una vez de vuelta en el hotel, me regalé un largo baño que me revitalizó y descendí al anochecer. Sin Patric a la vista, Barbará saltó de júbilo al saber que finalmente estaríamos solas. La tranquilidad de la noche me envolvía mientras paseaba por el pueblo, y justo cuando menos lo esperaba, vi lo que tanto ansiaba encontrar.

Un Alma Especial (basado en The Host)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora