Capítulo 11

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—Eres, como yo —dice, y luego se sume en el silencio.

Al ver que no responde, le pregunto: —¿Cómo usted? Todos somos almas; pequeñas criaturas de luz insertadas en cuerpos humanos —le explico, como intentando enseñarle una verdad elemental.


—Eres un alma que solo busca la paz y la tranquilidad para tu especie, y yo aspiro a lo mismo.

—Pero, ¿qué relación tiene esto con Wanderer? Yo creo que ella está muerta, porque en las semanas que llevo en este desierto, he rozado la muerte varias veces, si no fuera por el agua y el auto —respondo, desviando mi camino hacia la derecha para sortear una pequeña formación rocosa.


—Lo sé, pero esta alma tiene un vínculo con la dueña del cuerpo —dice con cierto pesar, como si evocar ese lazo le causara dolor.


<<Lo sabía, eso es lo que tanto le teme. ¡Wanderer es como nosotras!>> exclama Barbará, tan emocionada que casi escapa de mi control.


<<Cálmate, ¿Acaso quieres que nos descubran? Somos peores que Wanderer>> le advierto, empujándola hacia la habitación más recóndita de mi mente.


<<¡Hey! No me encierres aquí, ¡déjame salir!>> protesta con desesperación, golpeando mis barreras mentales.


<<NO, hasta que te controles, no te dejaré salir>> le respondo firme y, tras una pausa,

 pregunto con fingida sorpresa:

—¿De verdad no desapareció a la dueña del cuerpo?


—Me temo que no era tan fuerte, y es por eso que necesitamos encontrarla.


—Estoy segura de que Melanie condujo a Wanderer a un refugio de humanos; por eso debemos hallarlas —dice, cerrando el puño con tanta fuerza que parte un lápiz por la mitad.


Al darme cuenta del extremo al que puede llegar con tal de encontrarlas y sabiendo que solo yo puedo prevenirlo, le digo con una mezcla de desdén y control: —Haré todo lo que esté en mi poder para ayudarla, Buscadora Sharon.


—Lo sé, por eso te busqué. Eres la mejor y más confiable buscadora —afirma con una sonrisa tenue, casi irreal.


<<En verdad está obsesionada, más que ningún otro buscador>> comenta Barbará, mirándola con aversión.


<<Vaya, ya has salido tú. Empiezas a odiarla, ¿cierto?>> le digo, sintiéndola de nuevo en mi cabeza.


<<Más que a nada en este mundo, Esperanza>> me confirma ella.


Mientras dialogo con la buscadora y Barbará, inconscientemente desvío el helicóptero más hacia el este y, sin querer, sobrevolamos la zona donde sabía que estaban ocultos los vehículos. Nos aproximamos a una gran montaña árida y la sobrevolamos un par de veces. Justo cuando doblo el helicóptero, se refleja un breve destello de luz. Son sólo segundos, pero no pasa desapercibido para mí, y ella me interrumpe:—¿Viste eso? Era un reflejo, una luz allá —dice con entusiasmo.


—No, Buscadora Sharon, no vi nada —respondo con una mueca ignorante para que me crea.


<<Estás aprendiendo a mentir mejor>>


<<Necesito hacerlo, aunque me duela admitirlo>> respondo, y ella asiente satisfecha.


—Ahí, justo entre esas grietas, yo lo vi —insiste ella.


—Son simplemente reflejos del auto y las motos que circulan abajo; mire —le digo girando el helicóptero de regreso, y justo debajo está Luis en una moto, cuyo casco refleja la luz del sol.—No, eso fue diferente —replica ella, notoriamente frustrada.


—Volvamos. Aquí no hay nada. Hemos volado durante demasiado tiempo y el helicóptero se está quedando sin combustible —le respondo, pilotando de regreso a la ciudad.


—Está bien, le diré a los demás que regresemos —me dice Sharon, aunque en su voz se percibe una sombra de decepción.


<<Eso no fue un reflejo de una moto, ¿verdad?>> cuestiona Barbará.


<<Por supuesto que no. Es allí donde debe esconderse Wanderer, no muy lejos de la cueva con los autos>> respondo.


<<Debemos volver esta noche>>


<<Todavía no es prudente. Esperaremos a que la Buscadora se marche>> le digo, y ella asiente con resignación.


Aterrizo el helicóptero en el aeropuerto, y si hubiésemos vuelto quince minutos más tarde, nos habríamos quedado sin combustible. Apago la aeronave, me quito los audífonos y desciendo. La buscadora me sigue y me toca el hombro:—Esperanza, espera —me llama.


Me giro ligeramente para mirarla, sin ánimo, y pregunto: —¿Qué sucede?


—No quiero que le cuentes a los demás buscadores nuestra conversación —dice, como si me impusiera una orden más que pedirme un favor.


<<Esta buscadora ya me tiene harta>> confiesa Barbará.


—No se preocupe, será nuestro pequeño secreto —le respondo con un guiño cómplice.De regreso en la base después del almuerzo, retomamos el camino hacia la cafetería para comer algo. Los demás buscadores lucen exhaustos, y la buscadora continúa con su carpeta, tratando de discernir alguna pista. Observo el patetismo de su empeño mientras Barbará se carcajea en mis pensamientos.


Con el fin de la comida, algunos buscadores expresan su desánimo, diciendo que no seguirán buscando a Wanderer, pues es un esfuerzo infructuoso. Deciden llevar esa postura ante la buscadora, y yo apoyo la moción en silencio —cuanto menos atención reciba Wanderer, mejor para Barbará y para mí.

Un Alma Especial (basado en The Host)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora