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El jueves, con un viento invernal procedente del lago que era cortante como un cuchillo, Harry entró en la sala de barricas, el sótano de piedra donde se almacenaban los barriles de roble en el que maduraban los tintos de Blue Heron. Las paredes frías, el olor intenso de la piedra, la tenue iluminación...

Todo hablaba del arte secular de la elaboración el vino.

El tiempo era el factor más importante. Supuso que como en la mayoría de las cosas. Si el tiempo era poco, el vino no tendría la oportunidad de madurar y alcanzar los niveles de sabor y textura. Si era demasiado, el color se enturbiaría y el sabor se desvanecería.

Igual que Josh Deiner. Demasiado tiempo sin aire. Demasiado tiempo debajo del agua.

«Una de las víctimas sufrió una lesión en la cabeza y sufre posible daño cerebral por anoxia. Fue el último en ser rescatado.»

Así había sido el informe sobre la noticia. Harry había visto todo lo emitido en las cadenas; había programado el vídeo para grabar cada historia, cada mención, con la esperanza de escuchar algo positivo sobre Josh. El adolescente no estaba muerto. Ya está.

No estaba muerto todavía, sin más.

Pero tampoco había mejorado.

Harry se dio cuenta de que estaba sudando a pesar de la frialdad reinante en la bodega. Sin duda necesitaba dormir un poco.

Dos noches antes, al llegar a casa después del trabajo, se había encontrado la puerta abierta y todas las luces encendidas; sin embargo, tenía el claro recuerdo de haber cerrado con llave, como hacía todas las mañanas, reminiscencias que quedaban tras haber vivido en Washington DC.

¿Cuándo demonios había ido allí para encender las luces? No lo sabía, y era desconcertante.

Jeremy Lyon, amigo suyo desde la infancia y médico, lo había llamado para saber cómo estaba; quizá debería pedirle que le recetara pastillas para dormir.

Recibió un mensaje de texto en el móvil.

Pnsando n ti.

Hadley. Frankie se había rendido y le había dado a su hermana el número. Luego lo había llamado para disculparse.

Su ex era como un vino que no hubiera envejecido lo suficiente: de color hermoso y brillante, vigoroso y alegre en una primera cata, pero con un tanino persistente, una sensación arenosa y desagradable posteriormente. Demasiado, demasiado pronto.

Cenas cn Frankie y cnmigo sta smana?

¿Hadley estaba haciendo la jugada con Frankie tan pronto? A veces Harry cenaba con Frankie, con la que compartía historias de la universidad y de ella misma sin mencionar nunca a su hermana. Su excuñada lo había llamado justo después de que  apareciera la noticia sobre el accidente, y le había enviado algunos mensajes desde entonces. Siempre le había caído bien esa muchacha.

Se metió el móvil en el bolsillo, quitó el tapón del barril e introdujo el tubo para recoger muestras. Dejó que se llenara y vertió el vino en una copa. Lo hizo girar e inhaló el aroma, percibiendo las notas de mora, tabaco y cuero.

«Maravilloso.» Tomó un sorbo. No, todavía no estaba listo. Demasiado arenoso.

La puerta se abrió de golpe. Su hermana pequeña bajó contoneándose por las escaleras. Su enorme golden retriever, Blue, la siguió y fue derecho hasta la pierna de él.

—Hola, bonito —lo saludó. Y el perro sonrió, feliz de estar allí.

—Hola, Harry —dijo Faith.

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