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Para Harry, la cocina había adquirido mayor importancia desde el accidente, ya que le daba algo en lo que pensar.

Había puesto un podcast sobre ciencia en el ordenador que le servía para mantener la mente ocupada.

Por extraño que pareciera, en realidad no le preocupaba que hubiera aparecido una zarigüeya muerta dentro de la pickup. Seguramente sería cosa de un adolescente, algún amigo de Josh Deiner. Y si era así, quizá lo mereciera, ¿verdad?

En el teléfono sonó un mensaje de texto. Hadley. ¡Lo que faltaba!

M enteré del «incidente» de oy. Tas bien??? Bss

¿Tan difícil era escribir bien? La ortografía y el estilo de aquel mensaje harían que Stephen Hawking pareciera idiota. Optó por no responder.
Fue un error, porque el teléfono volvió a vibrar en la encimera.

Xfa, dime si stas bien.

Harry suspiró.

Kieres venir a cnar?

Debía admitir que Hadley tenía los pulgares rápidos.

Puedo ir yo si prefieres :)

Y ahora una carita sonriente, por el amor de Dios.

Llámame, ok???

No, gracias, no iba a hacerlo.

T echo d menos!!! Stoy preocupada x ti!!!

Era el equivalente emocional a pasar las uñas por una pizarra.
Y ahora sonaba el teléfono. Había tres posibilidades sobre quién podía ser. No se molestó en responder a la llamada, pero sí a los mensajes.

Estoy bien. No te preocupes por nada.

Pensó en apagar el móvil, pero no disponía de teléfono fijo. Su abuelo había estado algo decaído últimamente y le había pedido a Jeremy Lyon que le hiciera una revisión, ya que el viejo no iría al médico a menos que le apuntaran con una pistola a la cabeza.

Añadió salchichas al ajo y las cebollas que estaba salteando. Esa sería una buena cena. No había comido demasiado los últimos días. Ah... y tenía tarta de chocolate de la señora Johnson de postre. Agarró el teléfono y la llamó.

—Solo quería darte de nuevo las gracias por la tarta —dijo.

—¡Oh, Harry, no seas tonto! Ya sabes que eres mi favorito —dijo la señora J.

—Lo sé, y presumiré de ello delante de mis hermanas cada vez que pueda. Y también de papá. —Sonrió—. ¿Qué vais a hacer esta noche?

—Eso no es de tu incumbencia, querido Harry.

Harry se estremeció.

—Tienes razón. Gracias de nuevo, señora J.

Quizá debería tener un perro. Lázaro no era un animal demasiado cariñoso. Como para demostrar que se equivocaba, el gato se frotó contra su tobillo como muestra de afecto y, a continuación, bufó y se metió debajo del sofá.

En ese momento llamaron a la puerta y apretó los dientes de forma involuntaria. Apagó los fogones y se acercó a abrir. Si era Hadley, llamaría a la policía.

No era su ex, sino la propia policía, todavía de uniforme. Y el perrito de la policía, con un muñeco de goma con forma de pollo en la boca.
Harry no pudo reprimir una sonrisa.

—Hola —saludó, abriendo la puerta de par en par—. ¿Cómo estás?

—Se trata de un asunto policial —dijo ella, ya ruborizada—. Levi me dijo que viniera.

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