Capítulo 5

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Un pequeño rayo de sol se filtraba por las cortinas del enorme ventanal. Alec se removió en busca de una mejor posición, pero un ligero dolor en la nuca le hizo abrir los ojos. Le costó un poco recordar todo lo que había pasado la noche anterior y que no estaba en su cama. Estaba acostado en el sofá de la sala de Magnus. Se incorporó sin más remedio, haciendo un leve movimiento de cabeza para amortiguar el dolor. Pudo haberse ido después de dejar a Magnus sobre su cama y asegurarse de que estuviese completamente dormido, pero no fue capaz de hacerlo, no estaba seguro de cómo sería una resaca para él, tampoco sabía si aquel pensamiento era sólo una excusa, pero estaba preocupado, a pesar de que todo lo que había acontecido era bastante confuso todavía.

Se levantó despacio y fue hacia la habitación para comprobar que todo estuviese bien. Magnus seguía dormido, apenas pudo percibir su respiración acompasada y las facciones suaves de su rostro. Mordió su labio inferior ante el deseo de acariciarlo y se apresuró a salir de la habitación, antes de que sucumbiera a la tentación.

Terminó aseándose en uno de los baños, cuidando de no mover demasiado las cosas, todo parecía estar intencionalmente organizado y ciertamente temía romper aquella armonía. Luego de unos minutos entró a la cocina, dudando de si debía tomarse el atrevimiento de preparar algo. Al final decidió que no supondría ningún problema, después todo era algo que haría para Magnus, no para sí mismo. Revisó el refrigerador y algunos estantes, y afortunadamente encontró todo lo necesario para preparar algo decente. No le tomó mucho tiempo empezar a moverse con soltura, la cocina era espaciosa y en realidad lo difícil sería no aprovecharla. Tampoco sabía exactamente qué le gustaba comer por las mañanas a Magnus, así que no se preocupó de hacer algo muy elaborado; frutas, huevos, tortillas, café y un poco de jugo de naranja.

—Buenos días.

Aquel ronco murmullo le hizo girarse de inmediato, encontrándose con la imagen de un Magnus soñoliento y claramente confundido ante lo que veía. Se sintió avergonzado, a pesar de saber que no estaba haciendo nada malo.

—¿Qué estás haciendo?

—Preferí quedarme anoche —explicó rápidamente—. Dormí en el sofá de la sala —agregó, a lo que Magnus frunció el ceño—. Pensé qué tal vez necesitarías algo o no te sentirías bien en algún momento...

—Alexander —le interrumpió él—. No me molesta que te hayas quedado, todo lo contrario.

Magnus dio un par de pasos más, acercándose, pero no llegó a invadir su espacio personal. Alec no pudo evitar que un leve sonrojo llegara a sus mejillas, podía sentir sin problema alguno la calidez que emanaba del cuerpo ajeno.

—No debiste dormir en el sofá —dijo, impasible—. Tengo otra habitación disponible, pudiste haberla utilizado sin ningún problema.

—El sofá estuvo bien. —Se encogió de hombros y sostuvo su mirada por unos segundos—. ¿Cómo te sientes?

—Horrible —confesó él, su rostro formando una pequeña mueca.

Alec se echó reír, pero se detuvo poco a poco al ver la expresión de sorpresa en el rostro ajeno.

—Me lo imaginé —musitó con suavidad. Llenó un vaso con agua y se lo tendió después, manteniendo su otra mano abierta con un par de pastillas en su palma—. Esto te ayudará.

Magnus suspiró, no parecía convencido, pero terminó por tomar las pastillas y un pequeño sorbo de agua.

—Gracias —Su voz fue apenas audible—. Por todo lo que hiciste por mí anoche, no he sido la mejor persona del mundo contigo. No me lo merecía.

Observó cómo la mandíbula del hombre se tensaba y su manzana de Adán subía y bajaba.

—Deberías comer algo también —sugirió, suavizando su expresión de nuevo.

The search for love, but finding fear » malecWhere stories live. Discover now