Capítulo 6

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Dos días más tarde, Magnus seguía sin llamar, sin hablarle en lo absoluto porque ni siquiera se había aparecido por la empresa. Todo el mundo especulaba sobre su paradero, pero Alec no sabía qué creer, tampoco qué pensar, si antes se sentía confuso ahora simplemente estaba muy fuera de su zona de confort, y no le gustaba. No había podido dejar de pensar en Magnus, en aquellos dedos delineando sus labios y en el beso que impacientemente compartieron después, cerraba los ojos y se transportaba a ese momento que se había plasmado irrevocablemente en su cabeza. Estaba tan acostumbrado a mantener las emociones bajo una capa impenetrable que no le impidiera ver las cosas con claridad, pero ahí estaba aquel hombre, acechando cada uno de sus pensamientos, dejándolo indefenso. Alec quería olvidarlo, tal vez odiarlo, porque se sentía humillado y decepcionado, había tenido la valentía de hablar de lo que estaba sintiendo y lo que obtuvo a cambio no era nada de lo que esperaba.

Había sido tan ingenuo.

Miró su reflejo distorsionado en el enorme ventanal de su oficina, empañado por gotas de lluvia que incesantes caían hasta perder el rumbo. Últimamente sólo llovía, los días de sol brillante y prometedor poco a poco quedaban atrás. Alec siempre había preferido los días de lluvia, aunque en ciertas ocasiones encontrara en ellos más nostalgia que buenos momentos.

—¿Aline Penhallow? —inquirió Catarina, logrando ganarse su atención nuevamente.

Aclaró su garganta levemente y asintió despacio en dirección a la mujer. Casi había olvidado su presencia.

—Sí, todas las personas que me sugeriste están muy bien calificadas, pero creo que ella es perfecta.

—Muy bien, arreglaré todo para que puedas entrevistarla.

—Bueno, creo que ya me he encargado de eso —dijo, sintiéndose culpable por no haber hablado antes con ella—. La entrevistaré hoy, ¿está bien?

—Por supuesto que sí. —La mujer suspiró antes de mostrarle una sonrisa—. Ojalá todo el mundo en esta empresa fuera tan eficiente.

Miró fijamente la puerta una vez que Catarina desapareció a través de ella. El pensamiento de preguntarle sobre Magnus cruzó por su cabeza, pero fue lo suficientemente inteligente para hacerlo a un lado. Lo más difícil era sin duda seguir como si lo ocurrido aquel día no hubiese pasado en lo absoluto, porque no podía, le bastaba cerrar los ojos o quedarse mirando un punto fijo para revivir cada detalle, las charlas, el beso, la misma incertidumbre que no le ayudaba a encontrar ninguna explicación y en cambio le plantaba más dudas. Magnus Bane era un hombre con muchos secretos, y no estaba seguro de estar preparado para descubrirlos.


Se encerró en la sala de juntas por un par de horas con ejecutivos de la firma que expondrían las dudas finales sobre su proyecto. Fue mucho más fácil que la última vez porque ya tenía la certeza de que su trabajo estaba aprobado, pero al parecer era el único en el lugar que pensaba de esa manera. Quería asegurarse de que cada persona involucrada estuviese satisfecha y de acuerdo con las decisiones que tomara a partir de ese momento. Conocía mejor que nadie los riesgos, pero confiaba en su capacidad para demostrar que estaban yendo por el camino correcto, sin embargo, sentía cómo el escepticismo bailaba en el aire, todos los presentes al momento de su intervención dejaron su capacidad en tela de juicio y Alec estuvo a punto de perder la paciencia. No era la primera vez que era tratado de esa manera, pero ese día sentía que estaba lidiando con demasiadas cosas como para mantener la actitud sumisa y condescendiente de siempre.

—Hey, Alec. —Reconoció la voz de Hodge, como siempre animada y amable. Se enderezó en su silla y se volvió hacia él—. Sólo quería decir... te felicito, los pusiste en su lugar, tu proyecto es increíble.

The search for love, but finding fear » malecWhere stories live. Discover now