IV

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-Gracias, sin embargo mi agradecimiento es anulado por tu falta de ética al hablar.- dijo ella.

-Cariño, de los dos soy quien habla de la manera más formal posible.

-Deja de decirme cariño, apenas llevamos de conocernos diez minutos.

-En realidad yo te conozco de toda la vida.

-Sí, claro y yo soy Béyonce, ¿acaso crees qué soy estúpida?

-Yo jamás dije eso. Pero ahora que lo comentas...

-Eres un cretino.Mira, agradezco que me hayas salvado la vida o como sea que lo llames tú, pero creo que es hora de irte.

-Imposible, estoy prácticamente atado a ti.

-¿Y cómo es eso posible señor de la oscuridad?

-¿Cómo sabes quién soy yo?

-Tu vestimenta es oscura, creí  que era obvio.

-Por la manera en la que me miras y tienes una perspectiva de mi es más que notorio la pureza que existe dentro de ti.

-Tienes razón, tu eres el que habla de manera más pulcra, pero en serio debes irte.

-Aún no me crees. Soy rey y señor de las tinieblas, la misma muerte soy yo; yo soy el encargado de hacer que las personas mueran y ver conforme a lo que han hecho en su vida en acciones a donde son dignos de ir más allá de la muerte.

-Amigo, ¿has estado consumiendo alguna droga últimamente?

-Sólo la droga de tu vida.

-Llamaré al novecientos once en cinco minutos.

-Dime ¿Qué debo hacer para que creas y confíes en mi palabra?

-No hay nada que creer Rubén.

-¿Rubén? ¿Cómo sabes mi nombre en esta época?

-Yo... No lo sé, es como si tan sólo ya te hubiera conocido

-¿Entonces por qué me tratas como un extraño?

-Porque a pesar de sentir como si te conociera no logro recordarte.

-¿Cuál es el nombre de la persona a la que más odias?

-Hannah.

-¿Su apellido?

-Cresmond Duraind.

-Ese es tu nombre.

-Losé, la única persona a la que odio es a mí misma.

-Debes perdonarte Hannah, aquella muerte no fue culpa tuya.

-No quiero hablar de eso- su voz comenzó a entrecortarse como si de una llamada se tratara.

-Serás libre de espíritu hasta que tu misma te perdones. Vamos, toma mi mano y acompáñame a ver mi realidad de todo los días desde el inicio de este mundo.- Le tendí mi mano y ella dudosamente aceptó.

Rápidamente seguí las sobras que indicaban la muerte de alguien. Como si fuera una niña pequeña y manca miraba todo a su alrededor, callejones que emanaban melancolía y estrés, miedo y agonía. Puedo sentir toda esa presión sobre su pecho, sin embargo a ella no le importaba en lo más mínimo, era como si ya hubiera estado aquí en el sentido emocional, si yo, en cambio hubiera traído a cualquier otro humano no podría haber soportado toda la avalancha de sentimientos reencontrados a lo largo de su vida por los pecados cometidos con el paso de los años.

Aquella chica proveniente de  una familia disfuncional como cualquier otra y un poco peor guardó su corazón sin importar todo pecado que intentó arrastrarla y no se dejó vencer sin importar el que. Una madre alcohólica que murió en un accidente automovilístico, la chica al ser un bebé se encontraba en la parte trasera del vehículo, la madre se estampo contra un poste de luz, piezas del automóvil salieron volando siendo incrustadas en la mayor parte de su torso y pecho, como sino fuera poco el automóvil no contaba con bolsas de aire. 

Casi el doble de grados de alcohol permitidos para conducir fueron encontrados en su sangre, por esta razón cuando el automóvil estalló en llamas la madre se evaporo rápidamente como una nube siendo arrasada por una ola de calor al punto de ser insoportable. Por parte mía un grupo de rescatistas llegó a tiempo salvando a la pequeña criatura de las hambrientas llamas que deseaban consumirlas. Es irónico que yo, siendo la mismísima muerte sea el protector de una vil mortal. De ahí proveniente la cicatriz situada en la parte inferior izquierda de su frente.

El calor que su delicada mano me transmite es parecida sino es que igual al ambiente emitido por el sol a mediados del verano, un calor que enternece mi mano que toma la suya y se va extendiendo desde mi brazo hasta mi pecho e inunda mi ser hasta el rincón más profundo, escudriña mis sentimientos y me hace recordar su décimo quinto cumpleaños.

Una pequeña adolescente con sentimientos confundidos y descarada de la vida apoyándose de la única persona que ha existido para ella desde que tiene memoria, su padre, aquel hombre con apenas unas cuantas canas que no son más que polvo del camino llega hasta su habitación con un panque de chocolate con apenas un toque de azúcar debido a que aborrece lo dulce. 

Lo que no se esperaba era algo que la perseguiría toda su vida hasta el día de hoy, una decepción por parte de su padre provocó un descontento entre ellos dos, un lazo único entre padre e hija que nadie a lo largo de España tenía. Un error fatal fue suficiente para provocar la desconfianza entre ellos, al sólo tenerse el uno al otro la invitación de una persona nueva en sus vidas fue lo que arruino todo, aquella chica era fiel sierva de Dios de cuna al igual que su padre era muy severa con los mandamientos que su Dios le decretaba en el viejo libro, severidad inculcada por su padre, sin embargo nunca esperaría que la misma persona que la inculco a esa severidad fuera quien rompiera uno de esos mandamientos, uno de los más importantes a los ojos de Dios.

Aquel hombre se escudó en el arrepentimiento real que tenía hacia su hija, hacía su Dios.

Pero el daño ya estaba hecho, un daño que intentó reparar, nunca pasó por la mente de la muchacha ser destruida por su propio padre, la única persona en su vida al ser hija única.

Motivo y razones suficientes para dejar España una vez terminada sus estudios y mudarse a Ohio, ahora estaba sola en el mundo, no tenía motivo alguno para seguir adelante, dejó de creer en Dios y se alejó de todo lo relacionado a la religión, estaba decepcionada por toda maldad que agobiaba su vida.

-Yo ya he estado aquí antes, pero en un sueño-.Dijo la chica de melena roja anaranjada.

-Lo sé, fui yo quien creo ese sueño en tu mente. Nada de esto es casualidad o mera coincidencia, todo ya estaba destinado, ya estaba escrito que yo cuidara de cada minuto, hora, segundo, año, cada día de la semana de tu vida, estaba destinado a ti.

Las sombras nos llevaron a una vieja casona de aspecto fúnebre, donde un hombre viejo yacía sobre su cama de mantas blancas ligeramente manchadas de sangre al igual que su nariz y boca. Al vernos su figura astral también llamada alma se sentó desprendiéndose de su cuerpo, sin embargo él ya estaba pulcro libre de toda mala enfermedad de la que pudiera haber padecido, nos miró a ambos y sonrió en dirección a Noor, fue entonces cuando recordé su rostro, yo ya había pasado por él hace unos cuantos años ya pero no fue más que un paro cardíaco provocado por una mal formación de nacimiento en su corazón.

-Que gusto volver a vernos- dijo aquel hombre de cabello blanco ahora debido al paso de los años-.  ¿A dónde me llevarás ahora que no tengo más remedio y los años me han venido a cobrar factura de mis hechos?

-Eso depende de tus actos en vida.

-¿Ahora quién es tu acompañante que es aún más hermosa que la diosa venus?

-La humana a la que estoy destinado, sin embargo en estos momentos para ella es estúpidamente difícil creer mi paradero y con quien es que está tratando- me da un codazo en el brazo al escuchar lo que acabo de decir y rió en lo bajo-

-Es placentero ver que hasta la muerte está destinado a algo- le sonrió a Noor y ella no hizo más que devolver la sonrisa y esconderse detrás de mis piernas como una niña-.Sin más preámbulos decidme a donde es que se debe dirigir mi alma ahora que no está más en este mundo.

-Echemos un vistazo- abrí con mi mano el portal a donde viajaría, y como lo imaginé se abrió a las puertas del cielo, un lugar completamente brillante debido al excesivo uso del color blanco sin dejar de lado ese pequeño toque azulado sombrío-. Hasta luego.

El hombre me dedicó una placida sonrisa antes de ponerse de pie y adentrarse a lo que ahora sería un nuevo camino...

Parca »r.d.g« Donde viven las historias. Descúbrelo ahora