XVI

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La chica camino sola por las calles de Madrid, se sentía decepcionada, no por Rubén, sino porque no quería que la mayoría de las veces con él fueran así.

Pronto ella llegó a un pequeño parque desolado, un poco extraño por ser fin de semana y la hora pintaba para que algunos niños corrieran de un lado a otro peleándose por los sucios juegos de plástico, optó por sentarse en uno de los bancos de las bancas verdes que les faltaban pedazos de pintura dejando ver el oxidado metal.

Por su mente pasaban miles de pensamientos negativos y positivos más allá de una amistad con la parca, así mismo veía el lado negativo y lo arriesgado que sería.




Por otra parte, la parca se encontraba camino al reino de las sombras, donde pronto sería coronada la siguiente heredera al trono, la emoción de volver a ver a su amiga era inmensa, sin embargo temía por la muerte del rey y todas complicaciones que eso llevaría para el reino y la familia real, que ahora se encontaba distante y dispersa.


Al llegar al castillo, la parca cambio su apariencia, debido a que había robado la de alguien más, su nombre también era un enigma y lo había hurtado del mismo ser. Y ahora había tomado la forma más blasfema para salvar su reputación en el mundo oscuro.

Coronó a la reina felicitándola y rindiendo sus condolencias por la muerte de su padre, pero no había pesar en su corazón y  ella pudo notarlo.

La parca había sido invitada a la cena del primer mandato de la reina dentro de tres días.

Tres días.

El tiempo necesario para probarle a Norr la clase de persona en la que podía llegar a convertirse por ella, y demostrarle que hasta el ser más maldiciente podía amar con el corazón.


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En otro lugar, la pequeña Noor ya había regresado a casa exhausta y yacía durmiendo, su hermoso cuerpo estaba recostado sobre su cama, su pecho subía y bajaba con tranquilidad, y en sueños esperaba a Rubén, sin imaginar que le estaba  mintiendo en su apariencia y nombre, él había robado la apariencia de uno de los Mantis para no asustar a la pequeña Noor con su figura inexistente, si la parca padecía de algo, era de forma.

Su cuerpo no existía, él vagaba con alma y no estaba materializado, le avergonzaba que cualquiera pudiera observar lo que hay en su interior, literalmente. 

Parca »r.d.g« Donde viven las historias. Descúbrelo ahora