XII Capítulo 2

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Capítulo 2:

Rastros de vida

Externo.

Desde ese tan esperado beso por parte de ambos, la vida de Rubén había cambiado ciento ochenta grados.

Sólo había pasado un día y podía ver los colores del mundo, su corazón había vuelto a latir desde que su padre le había despojado de sus hermosas alas, y la herida por fin cicatrizó. El alma ya no le ardía y su corazón estaba en calma.

Por otro lado, la hermosa chica había caído perdidamente enamorada de aquel demonio en camino de volver a ser un ángel, aunque él aún no lo sabía.

La chica despertó en su cama sin recordar nada excepto el cálido beso de la noche anterior, sonrió tontamente y se tocó suavemente los labios con su dedo índice, al instante se ruborizó y se sintió terriblemente avergonzada, no tenía idea de que es lo que Rubén pensaría de ella a partir de ahora.

Sin embargo, Rubén había podido dormir la noche anterior después de millones de años había conciliado el sueño en la sala de Noor. 

Noor hizo a un lado sus sábanas y se encaminó al baño que se encontraba en su habitación, se lavo la cara y cepillo su cabello y dientes para después salir en pijamas hacia la cocina y preparar su merecido desayuno.

Aun soñolienta no se percató de que el cuerpo de Rubén yacía recostado sobre su sofá. Abrió una de las gavetas más altas y torpemente tomó una taza para comenzar a preparar su café, pero la taza se resbaló de sus manos cayendo al suelo provocando un sonido que alarmó a Rubén haciéndolo levantar. La parca se estiro de manera involuntaria y bostezó, ese bostezó desconcertó a Noor haciendo que sus cinco sentidos se despertaran y se agudizaran, con miedo se giró y visualizó la túnica negra de Rubén, su cerebro seguía dormido y no logró percibir a Rubén debajo de la túnica mal acomodada.

Estupefacta al pensar que alguien se había logrado colar en su apartamento gritó intensamente.

-Tranquila, que soy yo- la voz ronca de la parca tranquilizó a Noor y la puso nerviosa.

-¿Te has quedado aquí?

-Si, ¿hay algún problema? 

-No, ninguno, solamente pensé que la muerte no podía dormir.

-Yo creí lo mismo hasta ayer.

-¿Sabes? tengo un cuarto con otra cama- señaló la puerta blanca que se encontraba a su derecha-.Te hubieras quedado allí anoche.

-No quería abusar de tu amabilidad, además ayer no te dije que me quedaría y si hubiera abierto esa puerta quedaría mal.

-¿Quieres café?- preguntó ella para evitar tener que responder a lo que había dicho Rubén debido a que no sabía como responder a eso.

-Claro.

-Ven, siéntate en la barra, ya te traigo el café. 

Ella se agachó para recoger los pequeños y filosos trozos de cerámica del suelo, pero Rubén ya los había hecho desaparecer.

-¿Cómo es que?...Olvídalo, debería dejar de preguntar este tipo de cosas.


La mañana transcurrió tranquilamente, y por primera vez en toda la vida de la raza humana ningún humano murió aquella mañana, nadie sospecho nada, todo lo contrario, estaban más que contentos por el regalo de una mañana más. La parca estaba ocupada y no quería que le molestaran.

El café preparado por Noor al cruzar por la traquea de la parca esta volvió a florecer y todo lo marchito dentro de su cuerpo poco a poco comenzaría a sanar gracias al amor de Noor, quien evitaba hacerse a si misma preguntas existenciales acerca de la parca que tenía frente a ella y sólo vivir al día.

-¿No llegarás tarde al trabajo?- se atrevió la parca a romper el silencio.

-No iré hoy.

-Que chica tan ruda.

-Estaba pensando en enseñarte a hacer cosas que hacemos los humanos.

-Yo sé perfectamente todo lo que hacen los humanos.

-¿Pero alguna vez has hecho alguna de esas cosas?- el se quedó en silencio y sorbió de su café-.Eso creí.


Parca »r.d.g« Donde viven las historias. Descúbrelo ahora