Amenazas

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Narra Nathan:

Habíamos salido de la reunión. Scooter dijo que la gira sería dentro de dos meses, pero los lugares todavía no nos los había informado. Los chicos irían a una feria y me dijeron que fuera a buscar a _______, porque ella estaba en casa y queríamos que celebrara con nosotros. No quería llevar a Dany, así que cuando me llamó preguntandome donde estaba, dije que la reunión duraría más de lo presupuestado y que probablemente nos quedaríamos allí hasta la noche.

Ya había llegado, estacioné el auto, me bajé y entré a la casa. Estaba silencioso, demasiado silencioso. No me gustaba como se veía esto. Me adentré en la casa rápido, urgido y preocupado. Las manos me sudaban, la rodillas me temblaban y nudo se había hecho en mi garganta; la última vez que llegué y estaba así, _______....

Mierda.

Corrí a su lado. Estaba tirada en el piso, tenía el pelo enmarañado, su cuerpo parecía sin vida. Pusé mis dedos en su cuello, en busca de pulso; este era débil, así que me apresuré a sacar el telefono de mi bolsillo y digitar el número de la ambulancia.

Mientras tenía le telefono a la altura de mi oído, esperando que contestaran, saqué los mechones de cabello que se habían adherido a su rostro empapado en lagrimas. Y ahí fue cuando sentí que me oprimían el corazón; su expresión no era de miedo... Era de dolor, un dolor profundo que estaba al fondo de su alma, uno que no había mostrado a nadie, que siempre había ocultado. Se veía lo destrozada que estaba, era como si le hubieran arrancado el alma, drenado la vida gota a gota, de la manera más tortuosa, viendo como se desgarraba por dentro, dejandola completamente inerte.

Estaba tan concentrado viendola que no me había percatado que ya habían contestado. Les dí la dirección, y deje el telefono caer al piso. Puse su cabeza en mi regazo, tal y como lo había hecho la vez anterior. Acaricié sus mejillas y cabello, admirando su belleza natural, que aunque su cara estuviera llena de lagrimas, seguía siendo hermosa como ninguna otra.

La ambulancia llegó, y rápidamente me levante, dejando su cabeza nuevamente apoyada en el piso, abrí la puerta, me hice a un lado para que la levantaran y subieran a la camilla. Entré a la ambulancia siguiendo a los paramédicos, estaba asustado, no, estaba aterrado.

Descendimos del vehículo lo que parecieron siglos despues, en todo el camino no pude evitar tomar su mano y derramar un par de lágrimas que no logré contener. Corrí tras de los paramédicos, hasta que pasaron por la misma puerta de acceso restringido; intenté burlar la seguridad pero me fue imposible.

Me senté en una de las sillas plásticas que se encontraban en la sala de espera, estaba teniendo un déjà vu. Era exactamente igual que la vez anterior:

Las luces artificiales hacian que me diera dolor de cabeza, las paredes seguían igual de monotonamente blancas y las enfermeras seguían siendo agenas a mi angustia. Cerré los ojos tratando de que el dolor desapareciera, pero fue en vano. Exahlé el aire que tenía contenido, pero no me calmó, simplemente nada me calmaría hasta no saber si ella se encontraba bien. El personal del hospital parecía teletransportarse, todo iba muy rápido, tanto que mi cerebro no lo alcanzaba a procesar, sentía como mi cuerpo se comenzaba a desvanecer; pero no lo dejaría, tenía que estar aquí para ella.

En el último tiempo hemos estado distanciados, por razones que francamente desconozco y la he extrañado. No me he acercado a ella porque no quiero presionarla, no quiero que se sienta obligada a estar conmigo, pero la sensación en mi cuerpo, el efecto que tiene en mi su prescencia, su sonrisa. Me hacía falta.

No tenía consiencia del tiempo que llevaba ahí, pero se me hacía eterno. Todo lo que necesitaba era que me dijeran que estaría bien, pero nadie salia de la estúpida puerta blanca que tenía enfrente. Mis manos temblaban y sudaban, tomaba mi cabello entre mis dedos y lo tiraba hasta que por poco lo arrancaba. Ya no sabía que hacer para distraerme, porque nada lograba que las imágenes de hace pocos minutos se borraran, parecían tatuadas en mis parpados. Traté de calmar mi respiración que se estaba comenzando a agitar, pero no estaba seguro si quería tranquilizarme.

Learn to Love (Nathan Sykes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora