Diversión

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Fui a preguntarles, si es que querían ir al bar al que habíamos ido la última vez. Ellos aceptaron, yo mientras fui a avisarles a los chicos que si iriamos. Eran alrededor de las siete de la tarde, e iriamos como a las nueve así que aún quedaban dos horas.

Les afirmé a los chicos la salida de esa noche, estaban todos en la sala conversando así que me ahorré varios viajes. Subí inmediatamente a mi cuarto para buscar queponerme. No es que me importara mucho pero no quería ir en shorts y polera, así que empezé a buscar por el armario. Hasta que encontré un vestido rosado pálido con un escote en forma de corazon, apretado hasta la cintura y suelto hasta llegar a la mitad de mis muslos. Tenía unas tiritas muy finas en el mismo color, era simple pero algo más adecudo que lo que llevaba. Tome unos tacones negros, junto con unas pulseras y aros dorados.

Entre a la ducha, me lavé el pelo, debo de haberme demorado alrededor de veinte minutos hasta que salí. Me sequé con mi toalla, me puse el vestido, obviamente despues de la ropa interior, para luego maquillarme como normalmente lo hacia: delineador negro, rimel, y un poco de brillo labial. Me sequé el pelo y lo dejé caer naturalmente a los lados de mi cara, me puse los zapatos para bajar a la sala y encontrarme a Ian y a Romi parados al final de la escalera. -¿Y los otros?-,- Aún no han bajado, pero queda como media hora así que note preocupes- me sonrió mi hermano. Nos sentamos en la sala, porque Romi y yo andabamos con tacos y no es lo más amigable para los pies. Al rato bajaron Max, Jay y Tom, supuse que las chicas se estaban arreglando, y sabía que Nathan se demoraba más que los otros gracias a algunas anecdotas que me contaron. Cinco minutos despues bajó Siva, seguido por Nareesha y Kelsey, las que se veían muy bien. Debimos de haber esperado cinco minutos más y Nathan aún no bajaba, así que Max decidió ir a buscarlo, nosotros mientras hablamos de distintas cosas que hacían los chicos, además de un par de oraciones que logró formular mi hermano para responder a las preguntas que hacía Tom.

Al rato bajó solo Max, sin ningún rastro de Nathan. Lo que de alguna manera, no me esperaba. -Nath quiere quedarse en casa por que no se siente muy bien...- fue la explicación que nos dió, yo no le creí completamente, y al parecer Jay tampoco porque le lanzó una mirada de " No creas que porque todos te hayan creído yo tambien" hacia Max. Nos subimos en dos autos, en uno iban Tom, Kelsey,Siva y Nareesha. Mientras que en el otro Jay, Max, Ian, Romi y yo.

Sabiamos que iban a haber dos personas que no podrían beber esa noche, porque o sino no tendriamos forma de volver a casa. En el otro auto, Nare se había ofrecido como voluntaria, mientras que en el nuestro decidimos hacer el mismo juego de los palitos apenas llegaramos al bar. Nos tardamos unos diez minutos en llegar; al entrar sentí la misma sensación que laprimera vez que entré, esa emoción de estar en un lugar donde de otra manera no hubiera entrado ni en un millon de años. Vi las expesiones de mi hermano y su novia, las dos fueron de sorpresa al ver las dimensiones del lugar. Todos los ocupantes del auto en el que me había tocado viajar nos hacercamos a la barra, y pedimos cinco moldadientes. A mi me tocó cortarlos, revolverlos y ponerlos en mi mano para que todospuedieramos sacar uno para proar suerte. Contamos hasta tres y sacamos uno, el que tuvo la mala suerte esa noche fue Jay.

 Después de escuchar a Jay quejarse largos minutos, nos dispersamosen aquel bar. Pedí una simple cerveza, no quería terminar ebria, ni andar tambaleandome por doquier, así que me sente frente a la barra con la cerveza en la mano, viendo como había tanta gente en la pista de baile y yo ahí sentada sin hacer nada más que verlos. No es que quisiera que alguien se me acercase tratando de coquetearme, pero me sentí completamente aguafiestas, decidí que si alguien se me acercaba trataría de no alejarlo en los primeros diez segundos, si no entablar una conversación.

Ya había vaciado la mitad de mi trago, cuando me sentí observada, pero vamos hay alrededor de cien personas por metro cuadrado, nunca sabría quien me estaba mirando. Seguí dando sorbos cortos a mi bebida, tratando de disfrutarla sin necesidad de tomar muchas. Un chivo de cabello rubio, con unos cafés avellana un poco más claros que los míos, me estaba mirando sin ningun pudor. Sentí que la sangre subió a mis mejillas, no sabía que hacer, así que desvié la mirada y miré cada rincón del bar menos en el que él se encontraba.

Learn to Love (Nathan Sykes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora