¿Hay Mañana?// INCOMPLETA

Segunda Parte: Capitulo XIV: Cálida Bienvenida

El viaje. 1 hora de travesía transcurrida. Todo el mundo dormía, todo el mundo descansaba, juntaba fuerzas, y yo sabía que las íbamos a necesitar. Pero al mismo tiempo, yo no descansaba. Mi cuerpo necesitaba relajarse, pero mi mente no podía parar. Y por lo visto no era el único. Segundo quien estaba en un asiento paralelo al mío cruzando el pequeño pasillo, me miró y me dijo

-Tú tampoco puedes dormir, ¿eh?

Negué con la cabeza y puse mis manos en mi cara, ¿no podía o no quería?

-Llevamos alrededor de una hora de viaje Tomas, deberías descansar un poco.

-No acostumbro a volar Segundo, soy más de las carreteras, estos aviones me ponen nervioso. Mira como se mueven.

-Pues, yo también. Aunque este último tiempo he viajado más de lo que creí jamás en mi vida. Desde mi refugio para Argentina, y ahora de los SUM, para la Tierra de nadie.

Asentí en silencio.

-¿Qué crees que nos encontraremos allá Tomas? Tengo entendido que nos esperaran algunos científicos, como meteorólogos, geólogos, químicos, físicos, todos para estudiar el comportamiento de la Tierra.

-¿En serio? Este proyecto va demasiado en serio.

-Pues sí, Jota ha hablado con sus contactos por lo que tengo entendido, hay alrededor de 30 de ellos esperándonos, juntos con un pequeño escuadrón formados por algunos soldados. No llegan a ser una camada de 100, pero, ¿Qué podemos decir nosotros? No llegamos a 30.

Y comencé a pensar, era verdad, apenas 20 soldados más un hombre de la brigada fantasma, un mayor poco experimentado, y un joven de 16 años que jamás había estado en una batalla, sin contar cuando asesino a 6 Lumis, de pura suerte. Un conjunto de 130 personas en el fin del mundo, en condiciones inimaginables, un clima frío, árido, un clima preparado para matarnos. Y no era lo único preparado para matarnos. Los Lumi iban a estar presentes, y de eso no tenía duda. LGR 2.0, así eran las siglas de mi lanza granadas. Mi llave. La forma de liberarme de este dolor. Y si nosotros no llegábamos a ser 130 hombres, de los cuales no todos eran soldados expertos, ¿Cuántos eran los Lumi que nos iríamos a cruzar? Dando por sentado que, dios mío, todos eran asesinos expertos.

-Tomas, están temblando tus manos, ¿estás bien?

Dijo segundo, algo temeroso por mi estado. Tanto tiempo sin dormir, sin alimentarme bien, mis alucinaciones, mis pensamientos. Mi maldita mente era una bomba a punto de estallar. Y mi rostro estaba destruido seguramente, estaba sudando demasiado, mi cuerpo estaba inestable.

-Creo que dormiré lo que quede de viaje Segundo, deberías hacer lo mismo- Dije, mientras giraba mi cuerpo, quedando frente a la pequeña ventanilla del avión.

-Tú mandas, Asesino de Lumis- Dijo mientras lanzaba una pequeña risa. Ese maldito apodo comenzaba a molestarme.

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Estoy atado de pies y manos. Miro hacia abajo, nada. El vacío. El profundo, oscuro y solitario vacío se despliega bajo mis pies. Miro mis ataduras de las muñecas, y sigo la soga por las que están atadas. No llego a ver a que están atadas. Frente a mi veo una mesa de madera bastante grande. En ella hay una luz que es emitida de una lámpara la cual apunta hacia mí, y a través de ella veo la sombra de 3 objetos. Uno claramente tiene forma de flecha, el otro es un objeto circular, y al lado, la última sobra tiene forma de un volcán, algo grueso en su base, y bastante fino en su pico. Mis brazos comienzan a doler, mis piernas se comienzan a cansar. Estoy atrapado.

De repente, oigo una respiración, proveniente de mi lado izquierdo. Giro mi cabeza para observar que es, y lo que veo hace que cada fibra de mi cuerpo tiemble. Un ser gigante, de grandes dimensiones. Sus ojos llegan a la altura de mi cabeza, y si miro para abajo no alcanzo a ver sus pies. En su cara una nariz gigante, algo cuadrada, y unos ojos completamente negros, con un punto blanco en medio. En sus manos, en las cuales cada dedo mide lo que yo mido, sostiene una caja transparente, como de plástico, pero más brillante.