Capítulo III.

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El ruido de pasos en el piso de arriba le avisó a SeWoon de la llegada de su pequeño vecino. Dejó a un lado la guitarra que había estado afinando y se dirigió a la entrada a buscar sus patituras, anticipando la visita del joven muchacho.

Peinandose la castaña mata de pelos que adornaba su coronilla, se miró al espejo y mientras el rabillo de su ojo captaba el reflejo de la espalda de su compañero, se preguntó cómo es que había llegado ahí para comenzar, a un departamento medianamente equipado en el centro de Seúl, cuando hace menos de un año, él se encontraba recibiendo su título de bachiller en su Masan natal.

Su padre tenía demasiadas expectativas en él, el negocio que tenía su familia era grande y SeWoon se sentía demasiado pequeño para encajar en él, sin embargo toda su familia le tenía fe. Por ello es que le habían mandado a la gran ciudad, para que entre a la universidad y tenga lo que para ellos era un futuro próspero y prometedor.

En el lado bueno, su compañero de habitación era alguien de quien nunca se arrepentiría haber conocido. El joven, originario de Seúl, era la dedicación hecha hombre, mucho más que dispuesto a ingresar a la universidad y tener un título, estudiante 24/7, y era en realidad uno de los mejores amigos que SeWoon hubiera podido desear, aunque contrastaran en demasía.

— ¡HyunBin! ¿Dónde pusiste mis partituras? — Cuestionó en un grito, al no encontrar aquellas hojas en el lugar donde, para ser sinceros, las había dejado tiradas.

— En su archivador, sobre tu mesa de estudio — Contestó el joven sin titubear ni retirar la mirada de su grueso libro.

— Estaban con una caja de Amazon ¿Dónde la pusiste? — SeWoon sonrió al reparar en el folder color blanco que de hecho su amigo le había regalado por su cumpleaños.

— Está en la encimera de los zapatos, donde DaeHwi puede verla.

SeWoon sintió un miniorgasmo cerebral, la forma de organizarse de Kwon era justamente lo que su vida desordenada necesitaba.

— Por eso te amo, hyung.

— Te dije que no me digas hyung, son menos de dos meses de diferencia — Contestó el más alto fingiendo enojo, por fin despegando sus ojos del libro en que tan centrado estaba — ¿Sabes que a tu edad yo no molestaba a mis mayores?

— A mi edad, te tomaste un litro de champán pensando que era soda — Jung le sacó la lengua, caminando a la cocineta para servir dos vasos de jugo de uva y alcanzar uno al más alto — Así que, no me hagas bullying si no quieres salir bulleado.

Ambos rieron, brindando con el jugo para luego sentarse en la pequeña sala que compartían bebiendo en silencio. Ambos sabían que: a) En lo mejor de su apasionado bromance, serían interrumpidos por alguien que los malinterpretaría. Y b) El vecino estaba a punto de llegar a visitarlos.

No se equivocaban. Tres golpes seguidos les anunciaron la llegada del muchacho, a lo que ambos contestaron a coro.

— ¡Pasa, DaeHwi, está abierto!

— Wow ¿Cómo supieron que era yo? — Preguntó el chiquillo entrando al departamento con una sonrisa sospechosamente amplia — ¿Interrumpo algo?

— Para nada, Dae — Rezongó HyunBin, poniéndose de pie para llevar su vaso ya vacío, así como el de su amigo, a la cocina donde era su lugar — Más bien ¿A qué se debe tu visita? — La pregunta estaba de más, pero a Kwon le gustaba ser cortés.

— Quería saber si les llegó mi paquete de Amazon, ya saben...nadie en mi departamento puede recibirlo — Se explicó el menor jugando con sus propias manos.

— Si, está a tu derecha.

DaeHwi se giró con la sonrisa aún más amplia, si es que eso era posible, para tomar el paquete no tan pesado de la superficie de madera.

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