Capítulo V.

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— ¿Entonces haremos grupo con el niño raro? — Preguntó BaeJin con molestia mientras recogía su mochila, DaeHwi hacía lo mismo con la mirada perdida en el encargo del profesor garabateado en el pizarrón.

— Bueno...los grupos son de tres, y SeonHo no parece un mal chico ¿O no? Recuerdo que le hablabas cuando estábamos en primaria...— Repuso DaeHwi encogiendose de hombros tras cargar su maletín en uno de ellos. Su mirada se desvió hacia el último pupitre, donde un chico pálido de pelo negro dormía la siesta como si no hubiera descansado en meses — Luego se cambió de colegio por un año y desde entonces le hacen el feo ¿No?

— Sabes lo que dicen de él...— Bae enarcó una ceja, haciendo un gesto algo obsceno con la mano, como si agarrase algo en el aire y lo llevara a su boca repetidas veces — Con el conserje del turno noche...y con el profesor de educación física, y con el presidente del consejo escolar...

— Bae, basta — Lee lo miró con seriedad, obligándole a callarse para poder acercarse al chico y despertarlo — Hey, SeonHo...Yoo SeonHo ¿Estás despierto?

El aludido hizo un pequeño gesto, levantando discretamente la mirada aún adormilado para luego sonreir a los dos chicos frente a su pupitre de manera perezosa. A DaeHwi casi se le derritió el corazón de solo contemplar tanta ternura andante, a pesar de que JinYoung aún tuviera sus desconfianzas.

— ¿Qué se les ofrece, hyungs? — Preguntó al fin, mientras recogía su cuaderno de tapas ajadas y un bolígrafo genérico de menos de medio dólar.

— Bueno, el profesor Heo nos puso una tarea en grupo, y nos preguntamos si querías hacer equipo con nosotros — Exhaló Lee con una sonrisa amplia, codeando a Bae que entre dientes mascullaba algunas quejas con argumentos no precisamente halagadores.

— Creo que podría ¿Cuándo nos reunimos, hyung? — Ladeó la cabeza poniéndose de pie para cargar su mochila al hombro, en su uniforme se notaba una mancha blanquecina cerca del pecho, y esta vez fue el turno de JinYoung para codear a su amigo.

— Pensábamos reunirnos mañana en la tarde, en casa de Dae, pero si tienes otros planes podemos trabajar nosotros — BaeJin sonrió forzadamente, mientras su mirada casi gritaba el notorio rechazo.

— Bae, no seas grosero — Gruñó por lo bajo Lee, dándole una patada que aunque SeonHo no pasó por alto tampoco se molestó en mencionar.

— Si pudieramos ir a mi casa sería mejor para mí...— Mencionó el menor de los tres, empezando a caminar en dirección a la salida del aula — prefiero pasar la tarde con TaeHwa, si no les incomoda...

— ¿TaeHwa? — Bae cuestionó mientras seguía su paso, para luego rezongar en el oído de Dae — Te lo dije, seguro vive con un universitario sin oficio o algo así...

— Mhm, vivo cerca...a tres calles de la fuente de aguacate — Señaló la dirección correcta en la avenida, sin darse cuenta habían llegado a la salida del propio colegio.

— Está bien, SeonHo ¿Podemos ir mañana a la salida? — DaeHwi preguntó cortésmente, ignorando los manoteos desesperados de su amigo por evitar la formación del equipo. A ratos le estresaba su inmadurez, pero tampoco podía demandar perfección, amaba a su mejor amigo tal y como era.

— Está bien, no se peocupen...les esperaremos — Declaró Yoo con su misma sonrisa relajada, para luego despedirse con una reverencia de noventa grados y marcharse corriendo a una velocidad totalmente inesperada, y Dae decidió entonces que su nuevo amigo guardaba energías durante el día para aquél momento en particular.

— ¿Por qué él? Se nos va a pegar clamidia o algo así sólo por trabajar con él...— Lloriqueó JinYoung en voz alta, sacando al pelilavanda de sus pensamientos.

— Bae JinYoung, sé que has oído muchos rumores de él, y no niego que yo he oído otros tantos, pero si nos sentamos a debatir seguro que sacamos cincuenta historias diferentes, así que haremos el trabajo con él, y también sabemos la verdad — Declaró Lee con un tono severo, cruzando los brazos con una mirada que podría haber intimidado al más alto, si no fuese porque este estaba viendo un halo morado alrededor de la cabeza ajena.

— Está bien, esta bien...no te me esponjes...— Bae lo aplacó con unos cuantos pucheros, mientras su mente retumbaba en la idea de un mal viaje que no debería estar durando tanto — Mejor, vamos a mi casa y jugamos videojuegos ¿Te parece bien?

— Vale, que sea Need for Speed.~

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— ¿Cómo te fue en tu primer día en el trabajo, cariño? — Preguntó la señora Choi al recibir a su pequeño orgullo en casa. Tener un hijo en la universidad era más que un orgullo para la familia de orígenes humildes que eran ellos. Y mucho más si se trataba de su brillante criatura.

— Me fue muy bien, mamá — Sonrió MinKi dirigiéndose a su habitación para ponerse ropa de casa y andar a sus anchas — Ven, te cuento — Apenas dijo aquello su madre le persiguió quizá con más ilusión de la que él mismo llevaba consigo. Así pues, comenzó a desvestirse mientras conversaban, o más bien llevaba a cabo un breve monólogo — Nadie me juzgó, ma, realmente fueron muy amables y el director comprensivo...ni siquiera me miró raro o así, agh, amo esa escuela ahora.

La mujer mayor rió, contemplando con genuina curiosidad cómo su muchacho se quitaba la peluca rubia para dejar a la vista una corta mata de pelo negro, luego deshacerse de la blusa y la falda para revelar bajo estos una estructura de curvas femeninas hechas de nada más y nada menos que de firme esponja. Los pantimedias cayeron lejos, revelando piernas más bien atléticas, y el maquillaje también fue retirado revelando un rostro que si bien era delicado y bonito, correspondía más al de un muchachito que al de una dama.

— Ma, tengo hambre — Comentó él una vez estuvo cubierto por un holgado deportivo de color gris, caminando en dirección a su madre para estrecharla en un abrazo como era su costumbre.

Claro, el muchacho había crecido siempre fluctuando entre identidades, entre ser un hombre, una mujer, ninguno, o ambos a la vez. Y su madre tenía un corazón tan grande que había aceptado aquello sin los prejuicios que la sociedad suele crear.

MinKi agradecía ello con todo su corazón. Sabía que el colectivo LGTB sufría de acoso y discriminación, pero ese no era su caso. Él había crecido tan a gusto, tan aceptado, que aún sabiendo, era incapaz de imaginarse en aquella situación.

— Nenas, el almuerzo está listo — Les interrumpió el hermano mayor de MinKi, MinSeok, quien lucía como una versión en masculino de la madre de ambos y aún más con un delantal de florecitas anudado a la cintura. El menor no pudo evitar reir, se sentía demasiado afortunado de su familia, y aún más de su vida en general. Él sabía bien que era un privilegiado, y estaba agradecido de ello las veinticuatro horas del día, siete días a la semana.

— Ya vamos, hyung, más bien pon duraznos a hervir para el postre ¿Si?

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Notas:

Me fui alv, en serio necesito algo de retroalimentación xfas ;_;

DopamineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora