Confirmando mi amor por el Sparda

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Después de pasar esa incómoda petición que le pedí a Vergil de saber más sobre su familia, vi que estaba algo cansado e irritado, y supongo que ese último fue por mi culpa...

-Creo... creo que me debo ir. Nos vemos después...- habló con cansancio mientras tocaba su cabeza. Trató de caminar hasta la entrada, hasta que noté que le costaba caminar un poco. Me preocupé muchísimo.

-¡Vergil!.. ¿Estas bien?- pregunté preocupada e intentando ayudarle.
-Sí , estoy bien. Puedo ir por cuenta propia.- habló mientras caminaba hasta la entrada apoyado de la pared.
-¿Estas loco? En ese estado ni siquiera podrás salir del departamento sin caer al piso segundos después... ¡Ya sé! Tengo una habitación extra a la par de mi dormitorio. Te pondré una colchoneta extra que tengo guardada y tal vez mañana iré a conseguir algo decente.- volví a ofrecer alegremente.
-¿Acaso... estas dudando otra vez de mí?- respondió con enojo.
-Mírate. Ni siquiera puedes abrir bien los ojos y estas tambaleándote como un borracho.- dije cruzada de brazos.
-Agh... Está bien, sólo por esta vez. Me iré mañana temprano...- aceptó mientras desviaba la mirada. Al parecer le dolía bastante tener que ceder su orgullo a un lado.
-Bien...- respondí con una sonrisa. -Será un placer atender a un hijo de Sparda.- dije haciendo una pequeña reverencia, a lo que él sonrió levemente. Como adoraba cuando hacía eso...
-Espérame aquí, iré a acomodar tu cuarto. Siéntate como en casa y si tienes hambre, agarra lo que gustes.- dije mientras iba en camino a mi habitación para sacar la colchoneta.
-Está bien...- respondió mientras se sentaba lentamente en el sofá.

Mientras sacaba la colchoneta, me preguntaba porqué Vergil estaba tan cansado si ni siquiera era tan tarde, fue algo extraño. Al final llegue a la conclusión de que todo fue mi culpa... creo que tuvo un gran estrés emocional al hacerle esa pregunta.
-Hah... Bien hecho,_________. Estás a punto de arruinarlo todo.- pensé culposamente.

~~~Varios minutos después~~~

Al terminar de poner la colchoneta y de alistar el cuarto, fui a llamar a Vergil para que se acomode y logre dormir.

-¡Vergil! Tu habitación está...- me quedé muda al ver a Vergil dormido cómodamente en el sofá, abrazando a su katana, Yamato. Se veía tan cómodo y tan tierno ahí que tenía tantas ganas de dormir junto a él y tener el calor de su cuerpo con el mío y... espera... ¿¡En qué diablos estoy pensando!? ¿Por qué pienso en esas cosas con técnicamente un extraño? En serio algo tenía Vergil que me volvía loca a cada segundo que lo veía, más en ese estado...

No quería despertarlo, lucía muy cómodo y relajado, pero la sala es un lugar muy ventilado en donde hace mucho frío en horas de la madrugada y no quería que sufriera por eso, así que al final tocó interrumpirlo de su cómodo sueño.
-¿Vergil? Despierta, Vergil. Tu habitación está lista.- dije con inseguridad.
Vergil abrió vagamente los ojos y se frotó un ojo mostrando que aún seguía con sueño. Es innarrable lo tierno que se veía haciendo eso.
-¿Qué dijiste?- preguntó con sueño y cansancio tratando de levantarse.
El peinado que una vez estaba hacia atrás cayó cubriendo a medias sus bellos ojos.Me quedé apreciandolo por unos segundos al notar lo diferente que se veía con ese estilo...
-¡Hey! ¿Qué tanto miras?- quejó frunciendo el ceño.
-¡Pe-perdón! Decía que tu habitación está lista.- dije mientras apuntaba al cuarto con un leve sonrojo en mis mejillas y una risa nerviosa.
-Ah... Está bien.- respondió con cansancio mientras tomaba a su katana y se iba en dirección a su habitación. -Descansa...- dijo justo antes de cerrar la puerta.
Apenas la cerró, agarre un cojín y lo cubrí en mi cara para explotar de alegría. Me parecía increíble ver lo tierno que podía ser Vergil a pesar de lo frío e inexpresivo que a veces era.

Minutos después de estar en la sala, fuí a mi habitación a ponerme mis pijamas e ir a dormir para llegar a la biblioteca temprano y comenzar el desafío. Mi mente no paraba de recordar lo que pasó hace unos cuantos minutos... Tuve un buen descanso gracias a esa hermosa imagen y la sensación de entusiasmo para ayudar a Vergil.

Vergil... Te amo...

Un Peligroso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora