Un Peligroso Amor

Alexa (Día 2)

-Disculpa... ¿Qué?...- volví a preguntar ante la directa pregunta que me hizo aquella joven.
-¡Si no quieres, está bien!- gritó apenada la menor inclinando rápidamente su cabeza hacia abajo. -Es que... me gustaría conocerte formalmente. Me... me llamo Alexa.- dijo en lo que me miraba tiernamente con sus ojos color miel, acompañado de un rubor en sus delicadas mejillas.

-¿Formalmente? ¡Pero si acabo de saber de su existencia!- pensé.

Era claro que ella no solía ser así con la gente, mucho menos con los extraños. Después de unos segundos de silencio, vi en su rostro algo muy familiar, como si ya lo hubiera visto o vivido antes. Había algo en ella que me recordaba... a mí.

Mis pensamientos fueron interrumpidos al oír que Anabelle me llamaba a la distancia. Alexa cambio su dulce mirada a una de pánico.

-¡N-No sabía que alguien más estaba aquí! Que vergüenza...- dijo Alexa tapando su rubor con sus manos y apartando la mirada para luego intentar irse del lugar. -¡E-En el parque. A las cuatro!- gritó en lo que salía corriendo.
-¡Espera!- grité, a lo cual Alexa ignoró e igual salió rápidamente de la biblioteca, dejándome muy confundida.

-¿Qué acaba de pasar? Sólo era avisarle del cierre.- dijo Anabelle extrañada al escuchar gritos.
-Acaba de pasar algo extraño...- respondí impactada.

...

-Alexa... No, no se me hace conocido ese nombre.- comentó Anabelle segundos después de que le haya contado el suceso.
-A mí tampoco. Tristemente no recuerdo haberla visto por aquí.- dije pensativa, obligando a mi mente recordarla.
-Aunque... Su voz se me hizo muy conocida. Creo que ella es la que siempre se sienta en la mesa del rincón.- dijo casi segura.
-¿Tú crees?- pregunté dudosa.
-Si si. ¿Ella por si acaso llevaba una camisa blanca y un vestido naranja que es de la cintura hasta los pies?
-Si.- respondí asintiendo levemente.
-Entonces lo más probable es que sea ella. Esa niña siempre se nos quedaba viendo muy raro hasta el punto de preguntarme si le hice algo en un pasado...- comentó algo preocupada por eso último.
-¿En tu oscuro pasado?- pregunté burlona.
-Ni me lo recuerdes...- dijo molesta cruzada de brazos.

Cuando estabamos en secundaria y aún no conocía a Anabelle, a ella la miraban mucho por su gran altura. Era algo raro ver mujeres altas en Fortuna y más aún si era una joven de secundaria, llamaba mucho la atención sin querer. Para peores, ella tenía un pecho algo robusto y debido a su altura, tanto hombres como mujeres (sin querer), siempre miraban hacía lo que no eran sus ojos y eso obviamente la molestaba y ofendía hasta cierto punto. La gota que rebalsó el vaso fue el día que unas niñas tuvieron el descaro de burlarse de ella con chistes de mal gusto. Anabelle se enojó tanto que... literalmente mandaba al carajo a todo aquel que hiciera algún comentario sobre su altura, lo cual, eran casi todas las personas. Insultaba y hasta amenazaba agresivamente.

Debo admitir, que cuando la conocí en la biblioteca fue en eso lo primero que me fije, pero en si jamás le comentaría sobre eso. Con forme pasaba el tiempo y charlaba conmigo, poco a poco ella dejaba de ser agresiva e ignoraba los malos comentarios. Ahora es otra persona, hizo las paces a todo aquel que insultó y trata de enterrar ese pasado.

-Entonces... ¿irás a ver a esa Alexa?- preguntó Anabelle aún cruzada de brazos.
-Si. Algo me intrigó de ella que me gustaría conocer.- respondí con la mirada perdida.
-Sólo ten cuidado. Tal vez sea solo una niña, pero uno nunca sabe.- advirtió seria.
-No te preocupes, madre. Estaré bien.- respondí burlona, a lo cual Anabelle me volvió a ver molesta.