Capítulo 2. "Cosecha".

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"Fuegos artificiales, fotos mías colgadas en las paredes de los edificios de el Capitolio, gente gritando mi nombre, yo siendo coronada vencedora de los Octuagésimos primeros juegos del hambre; Qué está sucediendo? Me reformulaba mi pregunta una y otra vez; pero no, fué ahí cuando una voz familiar hace pedazos mi hermoso sueño."

-¡Gemma! ¿Piensas levantarte?.- Una voz grave entra por mis oídos, la cual no deseaba oír. No quería levantarme realmente dejando atrás mi sueño, mi mente se negaba. Me inquieta y desorienta completamente esa voz la cual sigue torturandome, por lo cual abro los ojos lentamente y veo al culpable de que mi sueño se haya acabado antes de lo previsto.-

-¿Qué quieres?.- Digo de mala gana, pués odio que me despierten.- 

Mi padre, como siempre fastidiandome, pero no puedo enfadarme con él, al menos hoy no, un día como hoy no.

-Date prisa.- Agregó a lo cual sólo asentí.-

Ya ha pasado todo el tiempo que faltaba transcurrir. El día ha llegado y realmente me encuentro nerviosa. Me sorprende demasiado lo rápido que han pasado los días en ésta última semana. Debo admitir que han sido realmente fáciles, la gente de la ciudad del Capitolio, emocionada por los juegos, está más generosa con los distritos. ¡Ayer pudimos comer ardilla! Pero mis pesadillas también han cambiado en éste pequeño rato, el incendio había desaparecido completamente, y en lugar de ésto aparecieron los juegos. Soñé como moriría, de sed, hambre, atravesada completamente de lado a lado por un sangriento cuchillo, o miles de cosas más dolorosas. Al principio se trataba de grandes mutos mordiéndome, destrozándome completamente, y disfrutando antes de terminar conmigo. Las pesadillas se han formado parte de algo común en todos los niños estos días, sin embargo sé que no me elegirán. Somos miles y miles de niños, pues mi nombre solo está en cuatro de las papeletas. Sí en cuatro. Como toda niña pobre tuve que pedir teselas para alimentar a mi familia. Fue el primer año en el cual no pasamos verdaderamente hambre. 

-Son solo las doce, todavía hay para alistarnos dos horas.- Dije rodando mis ojos, era claramente la primera vez que un sueño se trataba de algo bueno.-

-Ya, pero con lo lenta que eres es mejor que vayamos con tiempo. Ponte ese vestido.- Dijo nerviosamente mientrás señalaba la puerta, de la cuál colgaba el vestido.-

Lo odio, le dije a mi padre que este año quería escoger yo el vestido que llevaría, pero como de costumbre no me hizo caso y lo eligió él por mí. Es un vestido corto, ajustado hasta la cintura y luego con volantes, es azul celeste, a juego con el vestido de mi hermana, es su manía de que vayamos conjuntados, cosa que también odio. Pero como sé que ya no hay remedio, me levanto y me voy al baño a asearme.

-Tranquila, me daré prisa.- Agrego y miro a mi padre, veo que se encuentra un poco pálido y tiene la cara brillante de sudor.-

-¿Nervioso?.- Le pregunté aunque ya sabía la respuésta, era claramente obvia.- 

-Un poco...- Me contesto algo inseguro.-

-Pues el nombre de Katherine está solamente en una papeleta dentro de la urna, está de sobra saber que no saldrá elegida.- Le dije para darle seguridad miéntras acariciaba su espalda.- 

Hoy era el día de la cosecha, el día en que elegirían a los tributos que representarían a los distritos en los juegos del hambre. Se supone que la elección tendría que ser por sorteo, pero en mi distrito es diferente. Soy del distrito 4 y aquí nos entrenan desde los seis años para prepararnos para los juegos del hambre, y cada año, el director de nuestro centro de entrenamiento, Oliver Van Beck , elige a el chico y la chica para que se presenten voluntarios en los juegos. Aquí, es un privilegio que te elijan, mientras que en el resto de los distritos, menos en el 1 y en el 2, es una condena a muerte.

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