Capítulo 17. "Baño de sangre"

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La placa metálica me hace entrar al campo de batalla y a la visión de todo el mundo en el Capitolio. Lo primero que hago al sentirme dentro del campo, es escuchar el espacio donde me encuentro, pero me desanimo un poco al no escuchar ningún fluir del agua. No hay o, al menos, no está cerca de aquí. Como pensaba, los Vigilantes no me lo iban a dejar todo hecho, lo que me desalienta un poco, ya que realmente me hubiese ayudado demasiado. Ellos necesitan verme actuar de nuevo, como en las sesiones privadas. Lo que puedo ver de la Arena es como pequeñas formaciones de piedra se abren sobre nosotros. El suelo es calcáreo, de un color más próximo al naranja que del marrón.

Todos los tributos estamos ya al aire libre, el cuál a decir verdad es bastante pesado. Un enorme sol nos cae encima, achicharrando la parte superior de nuestras cabezas, a lo que las primeras gotas de sudor no tardan en aparecer sobre éstas.

 Los tributos profesionales están dispersos, un par de ellos a cada lado, a los cuales espero no toparme en el baño de sangre. Diviso a Serena a tan solo tres cilindros a mi izquierda de distancia, la cual me mira con enojo claramente, se que lo primero que tratará es desacerce de mí, lo cual no le haré para nada fácil.

Infinidad de cosas se reparten por el suelo, algunas más útiles que otras, como por ejemplo alguna sombrilla para refugiarte de la luz quemadora, protectores o unos prismáticos. Me fijo en el interior de la Cornucopia y consigo distinguir cuchillos, lanzas, y entre otras cosas, las que tengo que quedarme con ellas como sea.

Claudius Templesmith, el presentador de los Juegos, habla con una voz firme y clara repentinamente.

-Damas y caballeros, ya pueden comenzar los Octuagésimos primeros Juegos del Hambre.- Dijo realmente firme.-

Lo que le continúa a éste es un número, sesenta, al que cada vez se le va restando un número, el contador me pone realmente nerviosa. El sol está en su cenit, mientras que el cuerno dorado de la cornucopia reluce bajo éste resaltando completamente. Cuando logro pensar, recuerdo a Niall, por lo que me giro sobre la placa desesperadamente buscandolo y noto que me encuentro en su vista, se encuentra a siete placas a mi derecha. El contador no para de retroceder. 

50 segundos.

Miro nuevamente a todos los tributos, algunos se ven más intimidantes que otros. A mi lado se encuentra uno de los tributos del distrito 5, el que se había presentado ante mí y Niall en el desfile, el cual está mirándo fijamente la cornucopia. Y ami otro lado, el izquierdo, se encuentra Louis, el chico del distrito 7, el cual está o parece estar muy nervioso.

45 segundos. El contador cada vez va a mayor velocidad, lo cual está empezando a desesperar.

Miro la cornucopia nuevamente, los objetos allí resaltan, lo que vaga en mi mente es como hare para llegar a la cornucopia por armas, esto será realmente peligroso, si lo intento podrían hasta matarme. Alrededor de la cornucopia resaltan también varias mochilas negras, cantimploras, y enormes bolsas negras las cuales contienen seguramente alimentos.  Lo que más cerca de mí está es es una simple cantimplora, la cual no tengo planeado levantar.

20 segundos. Es ya casi tiempo.

Quince segundos, para que tenga que empezar a correr. Si no consigo llegar a la Cornucopia para poder coger armas y medicinas que en un futuro podría tener que utilizar, quizás algo de lo que hay en el suelo me pueda ayudar o proteger para obtener lo que quiero. 

5 segundos.

 Ahora mismo todo el mundo está pendiente de nosotros. La batalla en la Cornucopia siempre ha sido la más sanguinaria  y mortal, por lo que es un entretenimiento asegurado y seguramente la batalla más divertida para el Capitolio. Miro hacia arriba y sé enseguida que será complicado escalar la roca para salir de este hoyo del suelo intentando esquivar a la vez el peligro. Espero que no sea todo igual allí arriba. 

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