SÓLO ABRÁZAME / 8. LA MUERTE

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- ¿Crees que sospeche algo?

- Claro que sospecha. Esa es la idea

- No te entiendo

- Cuando él se fue, tu madre, bueno, ella la actriz de segunda, lo citó para contarle lo de su embarazo pero yo llegué a tiempo para evitarlo. Pero él no es tonto. Luego descubrí unas cartas de él donde le preguntaba si eso que debía contarle tenía que ver con que estaba esperando un hijo.

- ¿Ella no le respondió?

- Le respondió pero yo alcancé a rescatarlas antes que cayeran en sus manos

- Entonces él sabe de la existencia de Amir

- Debe sospecharlo.

- Pero por qué no me puedes presentar a mi como su hija - gritó Miranda

- Te lo he dicho mil veces niñita mal criada. En su país los herederos al trono son los hombres. Y si queremos hacernos de la fortuna que le corresponde a Amir debemos seguir con el plan.

Amir no podía entender ni creer lo que estaba escuchando. Sentía que el ruido intenso que hacían los latidos de su corazón lo delatarían. 

- Amir no tiene carácter para ser rey. Es débil igual que su madre - rió sonoramente Olivia

- Yo me encargué de eso - dijo sarcástica, tomando un vaso de whisky acercándose a la ventana.

- Igual yo la quería harto a ella  - dijo Miranda cabizbaja - No debiste haber hecho .. eso - titubeó 

Olivia tomó el vaso y lo lanzó contra la pared con furia.

- ¡Te he dicho un millón de veces que no íbamos a hablar de ese tema nunca más!

- Perdóname Olivia, perdona. Es que no lo puedo evitar. Todas las noches se viene a mi memoria esa  noche; la sangre, el cuchillo.

Miranda no pudo continuar hablando y salió corriendo de la habitación.

- Eso. Sal de aquí. ¡Cobarde! ¡No parece que fueras hija mía! Chiquilla estúpida - masculló Olivia entre dientes, tirándose a la cama y quedándose dormida por lo ebria que ya estaba.

Amir, impactado por todo lo que acaba de oír, intentó salir sigilosamente de la habitación, pero cuando se acercaba a la puerta, Olivia lo detuvo con un grito.

- ¡Qué quieres!

- Mamá... soy yo. - dijo Amir, haciendo como que recién estaba entrando

- Vete, no quiero verte. ¡Vete de aquí!

Amir no lo pensó dos veces y salió rápidamente de ahí agradeciendo que Olivia no se había dado cuenta que él había estado todo el tiempo escondido bajo la cama.

Con el corazón agitado y sintiendo que su cuerpo pesaba una tonelada, llegó hasta su habitación para poder pensar y reflexionar acerca de todo lo que había oído.

Una vez en su cama, cerró los ojos y comenzó a introducirse como en un sueño. Sentía dolor en cada músculo de su cuerpo. Su cabeza parecía estar siendo presionada pero no quería abrir los ojos ya que comenzaron a llegar pequeños flashes a su memoria del día aquel en que Olivia lo había obligado a tener sexo con Miranda.

Se vio flotando sobre la habitación; reconoció su propio cuerpo acostado, luchando torpemente con Olivia. Ella le tenía las manos tomadas mientras Miranda observaba todo desde un rincón muy asustada.

- ¡Eramos unos niños! - se lamentó Amir - ¡Cómo pudo!

Luego, otro recuerdo. Alguien abría la puerta. Era la madre de Miranda, que entraba como loca a la habitación y comenzaba a golpear a Olivia.

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