SÓLO ABRÁZAME / 11. DOLOROSO ENCUENTRO

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Mientras tanto Pedro debía pasar por el gimnasio a buscar algunas de sus cosas.

Por el camino, la lluvia había comenzado a caer copiosamente. Al poco rato estaba todo mojado.

Muy cerca de donde él estaba iba Miranda conduciendo su jeep.  Cuando lo vio parado en una esquina todo empapado, no lo pensó dos veces y apretó el acelerador hasta el fondo pasando a toda velocidad por sobre una poza de agua que estaba a pocos metros de Pedro, dejándolo aun más mojado y embarrado.

Al salir huyendo, se lo quedó observando por el espejo retrovisor sonriendo satisfecha, pero pronto se sintió arrepentida. Recordó que el día anterior había sido amable con ella como nadie, hasta ese momento, lo había sido.

Pedro estaba furioso. Se dio cuenta que había sido Miranda la que lo había mojado a propósito y sintió que la odiaba.

- Chiquilla de mierda Quien me manda a ser amable con gueonas tontas

Pensó, apretando los puños con fuerza.

- Hola, sube

Dijo de pronto Miranda abriendo la puerta del jeep para que subiera Pedro.

- Estás loca. Sale de aquí. ¡Lárgate!

- Perdona, fue un impulso. Por favor perdóname ¿si? Ven sube

- ¿Impulso? ¡Mira como me has dejado!

- Uy que enojado el niño regalón de la facultad

- Sale de aquí loca de mierda

Dijo Pedro muy enojado mientras seguía su camino en dirección al gimnasio.

Continuaba lloviendo y Miranda seguía a Pedro desde su auto, conduciendo lento junto a él, hasta que de pronto se detuvo en medio de la calle y se bajó del jeep corriendo para detenerse frente a él y tomarlo por los brazos.

- Por favor Pedro, de verdad estoy arrepentida. Fui una loca como tu me dices. Hay malas costumbres que son difíciles de desarraigar de mi personalidad. Por favor entiéndeme.

Pedro sólo la miraba sin comprender porque ese cambio de actitud de parte ella tan raro.

- Te perdono pero llévame luego a algún lugar donde pueda secarme y cambiarme de ropa.

- Si claro, yo también debo cambiarme, ven sube.

Una vez dentro del auto, Miranda no puede dejar de mirarlo de reojo. Le suben los colores a la cara cuando pasea sus ojos por aquel cuerpo.

Pedro se daba cuenta de esas miradas y decidió hacer lo mismo con ella. La comenzó a observar deteniéndose largo rato en la blusa mojada que dejaba ver claramente los pechos desnudos de Miranda; firmes, blancos, suaves.

- Llegamos - dijo ella algo nerviosa

- ¿Dónde estamos?

- En mi apartamento.

- ¿Ah si? - dijo Pedro coqueto - ¿y qué pretendes hacerme hoy aquí?

- ¿No querías secarte y cambiarte de ropa?

- ¿Y tienes ropa seca que me puedas prestar?

- No, pero la puedes secar en la secadora

- ¿Y que me coloco mientras?

Pedro se acercaba peligrosamente hacia el rostro de Miranda

- ¿Quieres que esté desnudo en tu apartamento.. solos los dos?

- ¡No seas idiota!. Ahí está el dormitorio para que te cambies y debe haber alguna bata por ahí para que te cubras.

Pedro reía burlón mientras se dirigía a la habitación de ella para quitarse la ropa mojada. Mientras Miranda hacía lo mismo en una habitación contigua.

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