Concierto de Paul.

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Advertencia: Si ustedes no fueron al concierto de Paul y están muy tristes por ello, les recomiendo no leer esto hasta que esté debidamente superado. De lo contrario, esta experiencia podría hacerlas llorar y tener tendencias suicidas, depende de que tan hardcore sean. Procedan con cuidado.

¡Y....! ¡Llegó el día!

La noche de ayer, a 24 horas de este momento (29 de Octubre, 09:20) Paul llegó al escenario del Estadio Azteca a reventarlo con los primeros acordes de A Hard Day's Night. Pero antes de llegar a ese épico momento, necesito que retrocedamos 48 horas en el tiempo. 

Ubicación exacta: Hotel Four Seasons.

Frío: un chingo. 

El 27 de octubre Paul voló desde NY con rumbo a la contaminada, sísmica y hermosa Ciudad de México para su concierto que se llevaría a cabo al día siguiente, y a sabiendas de que siempre se hospeda en el hotel Four Seasons, la cantidad aproximada de 40 fans de todas las edades se encontraban afuera esperando poder verlo y, con un poco de suerte, poder obtener un autógrafo suyo. 

Yo estaba ahí. Llegué a las 6 de la tarde con mi ukulele y mi copia de A Hard Day's Night para intentar que la diva más diva de todas me firmara alguno y después morirme de la emoción. El ambiente era fantástico, de verdad. 

Los fans llevaban todo tipo de instrumentos musicales, especialmente de cuerda, por lo que en cuanto el frío comenzó a helarnos las manos, las gargantas y bajarnos los ánimos se improvisó una banda que tocaba un buen repertorio de canciones de Paul, Wings y The Beatles. 

Eso destrozó las gargantas de todos, se los aseguro. Pero era fantástico hacerlo. El ambiente era de emoción y cordialidad completas, personas que nunca en su vida se habían visto estaban cantando (Yo aullando, la verdad) y sin importarles que las noticias respecto a la llegada de Paul fueran desalentadoras, continuamos ahí, haciendo amigos, rolando tortas frías, cocas calientes, prestándonos instrumentos y al pendiente de la llegada de Paul. 

Desde la hora de mi llegada hasta la de Paul pasaron cinco horas de diversión afuera de un hotel en donde incluso nos entrevistaron para periódicos y revistas (Mijo, hasta una chica con un proyecto de tesis) pero esas 40 personas poco a poco fueron desapareciendo hasta ser unas 15, yo aún ahí. 

Me había escapado de mi facultad (A pesar de que ese día tenía examen) y mi mamá no tenía ni idea de que estaba como loca en Reforma esperando a mi diva, hasta que le tuve que avisar que no iba a llegar a la casa temprano y tuve que confesarme. Casi me mató. 

"Tamara ¿Cómo crees estar ahí, pedazo de tonta? Ni siquiera lo vas a ver, te lo aseguro"

-Mamá de Tamara, muy molesta con ella. 09: y algo de la noche. 

Y sí, me había prometido a mí misma que si mi diva no llegaba a las 11 me iba a ir al carajo a mi casa. Al 10 para las 11 tuve que armarme de valor y comenzar a caminar lejos del hotel, creyendo que reprobé un examen a lo puro wey. Caminé hasta la esquina del hotel junto a un amigo y unos cuantos fans rumbo al metro, y poco antes de darnos la vuelta para decirle adiós a nuestras esperanzas de ver a Paul, un grito nos alertó a todos:  "¡Ahí viene! ¡Ahí viene!"

Yo, creyendo que se trataba de una broma, ni siquiera volteé a ver, hasta que mi amigo Pavel me tomó del brazo y me gritó: "¡Ahí está!"

Una camioneta negra acompañada de cuatro patrullas venía vuelta madre por Reforma al más puro estilo de toretto. 

¡Madres! ¡A correr en chinga loca! 

Yo, siendo una escritora de chetos (Escritora que no puede escribir sin comer), tengo la peor condición física del planeta. Pero juro que no sé como carajo en tres segundos yo ya estaba de vuelta en la entrada del hotel sin siquiera agitarme. 

Treinta noches con John.  [McLennon]Where stories live. Discover now