La imagen no es mía, créditos a su autor, pero la historia si es mía.
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Todo comenzó aquel verano, donde tan solo eran dos completos desconocidos que iban de un lado a otro. Tanto Taehyung como Jungkook eran personas de no quedarse en un solo lugar mucho tiempo.
Pero aquel verano fue diferente.
No era porque el agua estaba más cristalina.
No era porque la arena se encontraba satisfactoria para sus pies.
Tampoco era por la poca gente que había decidido ir a esa playa.
Era porque ese día, el día de un verano cualquiera, ellos dos se encontraron. Bajo la atenta mirada de las olas chocando y el sol mañanero que apenas y salía para ver el espectáculo de dos almas que estaban destinadas desde el comienzo de todo lo existente.
Se miraron a los ojos, analizándose y preguntándose si aquella persona era la que habían estado buscando.
Basto unos días de verano, una playa tranquila y unas olas juguetonas para que el amor empezara a nacer. O tal vez ya estaba ahí, entonces sería mejor decir que al fin su amor se manifestaba.
Los dos estaban felices, no necesitaban a otra persona que no fueran ellos mismos. Se amaban, sus ojos los delataban al igual que las tontas sonrisas de enamorados.
De una foto le siguieron varias, la primera fotografía significante que se tomaron juntos fue en la playa donde estaban de espaldas, la segunda que les causa un sentimiento de ternura es la de primera cita, le seguía la foto de la pedida de mano, casi por finalizar la foto de su matrimonio y por último la foto de su hijo.
Taehyung y Jungkook no necesitaron seguir viajando, ya habían encontrado su propio hogar.
