CAPITULO VIII
La vuelta de fiestas patrias me ayudó para tranquilizar mis nervios. El regreso no se hizo tan pesado, aunque claro tuve que fingir que no importaba.
Vi a Cata y a Sam de la mano en el jardín. Sam ahora jugaba futbol o volley junto a sus nuevos amigos en el patio. Las chicas los miraban ''se transformaron en un cliché norteamericano de Danny Zuko y Sandy Olson de Grease, aunque tristemente yo me sentía más como Rizzo, mirando desde la ventana del último piso hacia el patio soñando e imaginando un cuento que nunca pudo ser posible, y lo sabía. Siempre lo supe ¿Por qué ahora me dolía tanto?
Octubre llegó rápido, gracias a Dios, aparentemente me estaba ofreciendo una tregua nuevamente. Mamá preguntó por él, fue más fácil decirle que ya no éramos amigos que tener que darle la lata de una mentira piadosa.
Ella sabía cuánto me importaba ese chico, así que ni siquiera omitió algún comentario al respecto. Me gustaba creer que a él también le preguntaban por mí, pero estaba convencido de que Catalina encajaría con mayor facilidad con su familia.
Recordé ese día martes, mientras los nuevos amigos de Sam lo golpeaban amistosamente en el patio y lo levantaban de arriba abajo, celebrando su cumpleaños. Con ese ajetreó en mi cabeza casi olvidaba que estaba de cumpleaños.
Recordé el mío y lo especial que todo se volvió cuando decidió aparecerse allí.
Nosotros tuvimos algo, algo que fue real, era maravilloso. Era como si todo fuese arrebatado y aunque sabía que no sería eterno, no estaba todavía listo para soltarlo. Es eso lo que más me quebrantaba mentalmente. Que todavía no estaba listo y aunque me convencí de que si pasaría, siempre tuve una pequeña esperanza de que fuéramos amigos más tiempo todavía.
Era ya la hora del almuerzo, momento dónde estaba junto a quienes eran mis amigos viviendo nuevamente una farsa con respecto a quien soy en realidad. Fue entonces cuando lo primero que sentí aún entre el olor de comida fue a Sam, no estaba solo claro, si no junto a su nueva novia y sus nuevos amigos.
Vamos a hacer una fiesta por mi cumple el viernes, si quieren pueden ir, estoy invitando a todos los del curso. –Aclaró momento después de mirarme.
Por un milisegundo pensé que si era importante, no entendía bien esa fascinación por remarcar su poco interés hacia mi persona. Como si andar de la mano con Catalina no fuese suficiente.
-No puedo, tengo que estudiar para los últimos exámenes. –respondí sin mirarle, mientras partía el pan antes de comer.
-¿No puedes escaparte un día de ellos?
-No, tengo que mantener mi promedio–No pude disimular mi enfado, levanté mi bandeja a medio comer, la dejé entre la ya usadas y me fui al patio. A un pequeño pasillo oscuro que estaba entre las salas multiuso.
Suspiré afirmando mi espalda contra la pared. No dejaba de sorprenderme por este nuevo Sam. O tal vez este era el verdadero Sam y el mío fue quien no era real. Eso significaba que solo conocí una mentira, que al final realmente no era nada.
Dolía sentirme engañado por mis propias ilusiones, por intentar abarcar un poco de él.
-No pudo haber sido todo una mentira. –Intenté auto convencerme cuando apareció nuevamente.
-Sigues molesto.
-Estoy acostumbrándome, es todo. –Me dispuse a pasar pero con su brazo me empujó hacia atrás, pero con delicadeza para no lastimarme.
-Pensé que eras maduro.
-Lo soy, pero no soporto tu constante intento de herirme.
-¿Herirte? ¿Crees que estoy con Cat porque te quiero herir? Me equivoqué contigo Ben, no te subestimas tanto como pensaba. –soltó una risa seca y sarcástica. -Lo chistoso es que ahora es cuando si tienes que subestimarte hueon. No se trata de ti. Me gusta la mina y es todo. ¿Cuál es tu puto problema? No es que fuéramos novios.
YOU ARE READING
SUPONGAMOS
Teen FictionBenjamín es un chico de una situación económica bastante ajustada y que ha vivido ocultando su homosexualidad para su familia. De pronto tras su madre al enterarse de que su hijo es victima de maltratos en su escuela, decide con la ayuda del padrino...