BARILOCHE, LECHE TIBIA

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CAPITULO XI

Suponía que en algún grado, él había logrado comprobar su hombría la noche anterior, sinceramente mientras más cosas sucedían entre él y yo, más estaba a punto de ir solo a golpearlo.

Otra fogata, solos de guitarra al estilo Bryan Adams y los prisioneros, otra noche de chicas y chicos follando.

Y así, pasó hasta el penúltimo día, aquella noche iríamos la excursión a la disco de la ciudad.

-¿Cómo que no vas a ir? –preguntó una de las chicas.

-Apenas he podido dormir, con los chicos y las chicas gimoteando como animales, necesito un poco de sueño reponedor.

-Lo que necesitas es ir a la disco y salir con una chica atractiva. Benja, eres de los niños más bonitos que hay, si no sales con una chica voy a empezar a creer que los rumores sobre ti...

-Ya los he escuchado, gracias.

-Solo digo que.

-Iré, sólo deja de hablar de eso, no es agradable.

-Bueno. –ella alzó sus manos en son de paz. –Pero tienes que ir. Ya lo dijiste.

¿Por qué me seguían importando esos rumores? No es que algo hubiese cambiado. ¿Por qué no simplemente ser yo los últimos días y que su opinión se fuese a la mierda?

Pero me abstraje como siempre, fingí actuar como un chico hetero y seguí la norma conductual de todos los chicos del lugar. Claro sin sexo.

La disco era en casi tres horas y como era lógico las muchachas estaban arreglándose desde después del almuerzo, buscando combinaciones, para salir con algún apuesto chico argentino que se fijara en ellas.

-Maracas. –Eso fue lo que pensé, en parte de envidia, tal vez.

Estaba divagando sentado en el muelle mojando mis pies en el agua fría del lago, cuando escuché las tablas sonar y la compañía de Sam acomodarse justo a mi costado con un cigarrillo en la boca, encendió el fuego antes de saludarme con un gesto en su rostro.

-No tenía idea que fumabas.

-No lo hacía, hasta hace poco.

-Lo suponía. –asentimos ambos, acompañados de esa brisa que acortaba nuestros incomodos silencios.

-Siento lo que pasó el otro día, yo no.

-No hay problema, todo está bien. –volví a apresurarme.

-¿podrías dejarme terminar mis oraciones?

No nos miramos, pero estábamos en silencio casi conectados.

-Samuel. ¿Qué nos pasó? –subí la mirada al chico que aunque no me devolvió sus ojos, se notaba que en realidad lo estaba pensando.

-Siempre creíste que jamás seriamos amigos por mucho tiempo. Tenías razón. –soltó.

-No me refiero a eso, tú y yo, sé que no teníamos algo como lo que tienes con Cat, pero teníamos algo, algo que era más valioso que bolsearte a tu novia al lado de mi cama.

-Benja, no quiero romper tus ilusiones pero, jamás pensé que tuviéramos algo así. Yo... cuando me besaste, me confundí y necesitaba encaminarme bien.

-Yo solo quería que fueras feliz Sam. –él miró sus pies. –Pero no restregándome en la cara que nunca podrías sentir lo que yo sentía por ti. –Me puse de pie dejando al muchacho en el muelle.

SUPONGAMOSWhere stories live. Discover now