—Siento una energía negativa... —susurró antes de llevarse el tenedor a la boca.
Nathalie lo miró de inmediato, leyéndole la mente.
—¿Quiere que vaya con usted?
—No es necesario.
—¿Cuánto tardará?
—Eso depende de las emociones de la víctima. No me esperes para continuar con la cena, yo terminaré después.
—Claro, señor. Buenas noches —aceptó cordialmente.
Gabriel asintió con la cabeza y salió. Caminó hasta el cuadro de Emilie y presionó los lugares indicados. En un par de segundos se vio envuelto en la oscuridad de su guarida.
—Nooroo, ¡alas oscuras a mí!
Ya transformado y con su bastón, dio unos pocos pasos al frente y el gran ventanal redondo se descubrió.
—Percibo negación, traición —afirmó, cargando un pequeño akuma con negatividad—. Vuela, mi malvado akuma.
Lo dejó salir por el hoyo de la ventana y esperó a su recepción.
...
—¿Por qué corres así, chico?
—Debo escapar.
—¿De quién?
—No lo sé.
—Entonces... no entiendo.
—Si corro lejos, entonces nada pasó.
—No creo que sea posible escapar de lo que acaba de pasar. Y ya para, por favor. No puedo volar tan rápido —pidió Plagga.
Adrien se detuvo, exhausto, apenas pudiendo controlar su respiración. Se quedó quieto con las manos en las rodillas para recuperar el aliento. Había corrido tanto y a tal velocidad que no sabía ni en dónde estaba parado.
Miró atrás y reconoció la calle: estaba cerca del río. Cuando se aseguró de que nadie lo veía, se sentó en la acera y escondió la cabeza en sus rodillas.
—Oye, no estés triste. Puedes contarme lo que sientes si quieres —intentó animarlo. No hubo respuesta—. Está bien. Necesitas tiempo...
—¿Puedes creer que ella sea Ladybug? —preguntó con voz quebradiza, sin levantar la cabeza.
—Y eso... ¿es malo?
—No, pero...
—¿No te gustaba ella?
—Sí, pero es que no puedo creerlo. Siempre confié... Nunca lo sospeché...
—Entiendo. Fue muy abrupto.
—Me duele tanto que ella no confiara en mí.
—¿Por qué piensas que no lo hacía?
—Porque en todo este tiempo no pudo decirme la verdad. Hasta inventó esto de las cartas para no tener que decírmelo. No confiaba en mí.
—¿No se te ocurrió que tal vez... tenía miedo?
—Es Ladybug, no tiene miedo. La culpa es sólo mía, por esperar y estar dispuesto a hacer lo que me dijeran. Ahora todo... todo cambió.
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La última carta
FanfictionNo es el deseo de Marinette que Adrien se interese en ella solo por ser Ladybug. Quiere enamorarlo ella, única y auténtica, y hasta ahora no había podido conseguirlo. Cuando descubrió la identidad de Chat Noir, la invadió un miedo paralizante. Supo...