Capítulo 3: I won't leave you...

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A la mañana siguiente Lexa trato de levantarse antes que su hija y la amiga, para prepararles el desayuno, antes de llevar a Alycia a su casa. Pero claramente las pocas horas de sueño la hacían lucir de terror, con enormes ojeras y una apariencia muy cansada, sin contar con el mal humor, que realmente trataría de contrarestar, especialmente teniendo visitas en la casa.

Estaba contenta que su tímida hija aparentemenete se había hecho con una muy buena amiga finalmente, Alycia parecía ser una chica excelente, muy tranquila y de muy buenos modales, pero no podía imaginar menos viniendo de un hogar como los Griffin, su madre una reconocida y muy querida Doctora en la pequeña comunidad, y su padre un arquitecto. Se notaba el buen hogar y eso le agradaba como compañera de su hija.

Ella había hecho un muy buen trabajo con Eliza Jane, criándola practicamente sola, y con la ayuda de su hermana mayor Anya. Pero Lexa tenía un problema de estabilidad y la llevaba a mudarse muy seguido, era como que mo lograba dar con el lugar indicado para radicarse, y sabía que de alguna manera eso estaba haciendo estragos en su hija adolescente, cambiando constantemente de escuela y amigos, y últimamente se lo hacía notar bastante.

Lexa tenía esperanzas de que ese era finalmente el lugar para quedarse, sentía que su lugar estaba allí, no sabía bien porqué pero sólo lo sabía.

Mientras tanto en la habitación de hija, las amigas aun dormitaban, Eliza Jane abrió sus ojos lentamente por los rayos del sol que penetraban en su pieza a través de las persianas. De inmediato sintió el calor de unos brazos rodeándola, era Alycia, quien aun muy dormida estaba aferrada a su cuerpo como si fuera un oso de peluche.

Eliza se enterneció con la imágen de su hermosa amiga. Sus dorados cabellos estaban alborotados y casi no podía versele la cara, muy despacio y tratando de no rozar su piel, se tomó el trabajo de tirar los rebeldes mechones del bello rostro que apareció en una actitud de pleno relajamiento.

Eliza no podía dejar de contemplarla, simplemente era más fuerte que ella, y moría de ganas de besarla por todo el rostro, con besitos pequeños y tiernos. Sentir sus brazos alrededor de su cuerpo era una sensación muy linda, sólo quería quedarse así todo el día.

Eliza había comenzado a darse cuenta desde hacía un par de años que sus gustos por los hombres no existía simplemente, pero sí le atraían mucho las mujeres, cosa que al principio la asustó un poco, pero luego de hablarlo con su madre, se había sentido mejor y aceptaba su sexualidad con más naturalidad. Pero no quería que sus amistades o compañeros de colegio lo supieran, aun no se sentía suficientemente fuerte para exponerlo al mundo y sobrellevar el peso de lo que viniera.

Agradecía mucho el hecho de saber que su madre era lesbiana, y obviamante la apoyaba en la decición que deseara tomar, pero al mismo tiempo le había aconsejado ir despacio, darse tiempo, probar, no definirse tan rápido, y muy especialmente no divulgar su vida privada por ahi, ya que la sociedad aun era muy reservada con respecto a los gay en general.

En los pocos meses que se había hecho amiga de Alycia, simplemente el sentimiento interno por ella fue creciendo, de una amistad a sentimientos más profundos, pero aun no lo había hablado con ella, de alguna manera la estudiaba y hasta el momento sólo sabía que había tenido relaciones con algunos chicos en el colegio, pero no había vido ninguna chica por lo visto, lo que la apenaba, ya que eso indicaba probablemente que su amiga era heterosexual.

Sabía que sus sentimientos seguían creciendo en su interior, y que tarde o temprano debería enfrentarlos y decírselo a Alycia, pero la aterraba pensar en perderla como amiga, en la idea de que la odiara por ser así.

Siguió contemplándola por unos minutos, mientras ahora unos rayos tenues de sol comenzaban a iluminar ese bello rostro que adoraba, y esos ojos tan preciosos comenzaban a abrirse lentamente. Ella simplemente sonrió cuando esos mares la miraron muy dormidos aun. Mientras su mano sin poder detenerla se acercó al rostro y retiró unos rubios cabellos de ella, poniéndolos detrás de su oído con dulzura.

Querido amor... [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora