Everybody hurts ➳ stucky

o c t o

8; p é t a l o s de una vida musical.

"Si fueras religión yo sería tu más fiel creyente. Y recuerda que nos hemos tatuado nuestros recuerdos en la piel, y que el último baile está por llegar".

S t e v e.
Jamás en mi vida había estado tan nervioso.
Dios bendito.

Me tiemblan hasta los latidos y no soy capaz de mantenerme de pie sin apoyarme en algún lado.

Es la tercera vez que intento atarme la corbata, y resoplo resignado al darme cuenta de que sigo sin conseguirlo.

Tony lleva burlándose de mí todo el día, y ya no sé qué hacer para que se calle.

-Te veo algo alterado, Cap. —Me dice, sacándome la lengua cuando le lanzo una mala mirada.

-Déjalo tranquilo, Anthony. —Bruce aparece para salvarme y me ahorro las ganas de abrazarle.

-Dijili trinquili Inthiny. —Masculla Tony, imitando al científico junto a él.

-No quieres que me ponga verde, ¿verdad? Vamos fuera, que Steve necesita acabar de arreglarse. —Bruce le agarra del brazo para sacarle de mi cuarto, pero sin éxito.

- ¿No crees que echará a correr, Cap? —Me pregunta. Y yo de verdad que quiero ahorcarle.

-Vete a la mierda. —Mascullo hacia él, todavía luchando con mis dedos por centrarme en anudar la corbata.

- ¡Lenguaje! —Se burla, dejándose arrastrar por Bruce, definitivamente.

Agarro uno de mis zapatos y se lo lanzo antes de que acabe de salir por la puerta, aunque es capaz de esquivarlo.

-A ver si aprendes a cerrar la boca. —Bruce le regaña, mientras se alejan, y puedo oír a Natasha por detrás preguntando qué ha hecho Tony esta vez.

Me acerco al baño y me miro al espejo intentando buscar dentro de mí la fuerza que saco cuando soy el Capitán América.

Es que, joder, no quiero fastidiarlo. No quiero que esto salga mal. No quiero perderle.

-Deberías dejar de pensar tanto. —Sam está detrás de mí, apoyado en el marco de la puerta, escondiendo una risa cuando me quito la corbata enfadado y la tiro por ahí.

-Estoy casi neurótico, lo juro. —Le digo, acabando de peinarme y poniéndome las gafas.

-Quizá sería mejor si no pensaras que esto es como una presentación oficial entre tu novio y tus padres. Somos tus amigos, Steve, y no vamos a espantarle porque sabemos que él es quién te está haciendo tan feliz.

Me giro para mirarle de frente -yno a través del espejo-, y le sonrío.

- ¿Por qué no pruebas a vestirte normal? Con ese traje parece que vas a una boda. —Bromea, y me avergüenzo de mí mismo por el espectáculo de adolescente hormonado que estoy dando.

Sam se acerca a mi armario y saca un vaquero ajustado y una camisa granate.

-No te hacen falta ni la corbata, ni la chaqueta, ni los pantalones de traje. —Me dice, negando con la cabeza. —Por Dios, Steve, pensé que tenías cierto gusto.

Le saco la lengua, ya más relajado, y me cambio de ropa.

Tomo tres respiraciones profundas y miro el reloj por trigésima vez en veinte minutos.

-Todo irá bien. —Me asegura Sam, palmeándome la espalda y saliendo de la habitación.

Me acerco hasta donde tengo guardados los pétalos y les doy un vistazo para cerciorarme de que todos siguen ahí. Ya van 41. Y no puedo evitar preguntarme sí él guardará mis notas.