q u a t t u o r

1K 115 103
                                    

4: p é t a l o s de una vida intensa.

"Que si mi vida se tiene que reducir a algo, que sea a ti. Y que si tengo que ahogar a la rosa de mi vida para hacer flotar la tuya, voy a regalarte todos mis pétalos. Que si tengo que luchar contra las balas por salvarte, voy a ser tu escudo humano, y que sí tu sonrisa es mi recompensa, jamás dejaré de intentarlo. De intentar hacerte feliz"

S t e v e.

Un olor a limón y a primavera cruza el hueco que deja la puerta medio abierta de mi habitación e inunda la estancia, haciéndome sonreír.

Oigo el sonido amortiguado de voces en la cocina, pero no me muevo, sintiéndome en trance.

Sigo tumbado en mi cama, con la cara enterrada en la almohada, intentando con todas mis fuerzas que esta absorba el aroma que mi inconsciente relaciona con él.

Con el artista.

Para poder sentirle un poco más cerca.

Las flores, la luz, la belleza, la vida; me recuerdan él. Aunque algo me dice que no se sentiría muy identificado con ello.

Una sombra en el pasillo me hace incorporarme, y cuando Sam entra en mi cuarto, el resto del grupo se aglutina en el umbral de la puerta.

Agarro la primera sudadera del armario y alzo una ceja hacia mis amigos, esperando una explicación del porqué de la invasión a mi espacio.

Todos tienen unas sonrisas relucientes en el rostro, y no puedo evitar sentirme algo desprotegido ante tanta mirada recayendo sobre mí.

Entonces, mi mente vuelve a él y me preguntó cómo se sentirá el ser observado -e incluso juzgado- cada día por tantas personas.

No es lo mismo ser el Capitán América; un personaje con el que no me siento identificado las 24 horas del día, y ser tú mismo; sin máscaras, trajes, refuerzos.

Un ser humano sin escudo ante un campo lleno de balas.

Intento serpentear entre los cuerpos amontonados en mi puerta, pero Sam tira de la capucha de la sudadera, llevándome hacia atrás.

Pierdo el equilibrio y caigo cerca del tarro donde guardo los pétalos.

Los latidos acelerados de mi corazón retumban por todo mi cuerpo hasta que me doy cuenta de que nada se ha movido de su sitio y me tranquilizo.

-Creo que el Capi tiene un secreto. —Canturrea Tony, ganándose una mala mirada por mi parte.

Me cercioro por segunda vez de que los pétalos siguen ahí, en su sitio y me encaro a mis amigos.

-¿Qué es, exactamente, lo que queréis?—Pregunto, echando un breve vistazo al reloj para calcular cuánto tiempo falta todavía.

La mañana cada vez se me hace más larga, y no veo el momento de que la hora llegue para ir a ver a mi artista y deshacerme de estos paletos, y de Natasha.

Porque, claro, si ella se entera de que la llamo paleta, me pateará con sus tacones de agujas a los que todos en la torre Stark tememos.

-¿No hay nada que tengas que contarnos?—Se burla Sam, dándome una palmada en la espalda que me pilla fuera de combate y me envía hacia delante.

Se oye un jadeo colectivo de sorpresa y ruedo los ojos.

-También el Capitán América tiene sus momentos de debilidad. —Musito, a la defensiva.

-Ya lo vemos. —Se carcajea Clint.

Visión me mira y puedo sentir cómo si me estuviera desnudando mentalmente, llegando al fondo de cada uno de mis pensamientos más íntimos.

Everybody hurts ➳ stuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora