Por las noches no me podía dormir y las gotas saladas que salían de mis ojos mojaban la almohada y la hacían incómoda. Tuve un nudo en la garganta que me duró días de reflexión y apatía.
— ¿Listo?— preguntó Delphine desde el lado del volante.
— Listo.
La casa de Salou era preciosa, en una urbanización de clase alta en las afueras, con un jardín bien cuidado y una pequeña piscina. Al pulsar el timbre resonó una melodía aguda y se abrió la puerta.
— ¿Quienes sois?— unos ojos grises, grises como el humo del tabaco nos miraban con curiosidad— mama dice que no le hable a desconocidos pero ahora estoy enfadado con ella— y formuló lo que venía a ser una mueca de enfado en su infantil rostro.
— ¡Te he dicho que no abras la puerta a desconocidos!— gritó una voz femenina desde el interior de la vivienda.
El niño se giró y frunció aún más el ceño.
— ¿Quiénes sois?— dijo una chica que rozaría los 30 sujetando por los hombros al chaval.
— ¿Es suyo?— dijo Delphine sin emoción alguna en la voz.
— Sí, ¿por? ¿Se ha vuelto a meter en algún lío?
— Tenemos que hablar seriamente con usted— solté, haciendo referencia a su hijo con la mirada— a solas.
— ¿Qué ocurre?— hizo entrar al niño a casa.
— ¿Está casada?— preguntó Delphine mirando hacia el rosal que asomaba por el jardín.
— Felizmente— respondió.
— ¿Es este su marido?— le mostró la foto de su boda.
Los ojos de la mujer se abrieron con sorpresa.
— No— negó— no puede ser él.
— ¿Cómo le dijo que se llamaba?— intercedí yo— Cane para mí, Hervé para ella. Hace unos días me pidió matrimonio.
— Mentís— gritó limpiándose las lágrimas con los dedos.
Y nos cerró la puerta. En las narices.
Delphine cogió la foto de su casamiento y un bolígrafo. Volteó la hoja y comenzó a escribir.
Ves al hospital y hazte la prueba del VIH. Ambos lo padecemos, cuando dé positivo sabrás que es verdad.
Y coronó la carta con nuestros nombres y un teléfono, para después pasarla bajo la puerta.
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Él
RomanceCautivaba hasta a las moscas, que no osaban posarse en él por miedo a distorsionar la visión. Desde el primer momento Cane me hipnotizó, y tiró de mi hasta que caí en su precipicio, oscuro, profundo. Porque cuando compras un viaje a sus ojos de taba...