Capítulo 32: La familia es lo primero.

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-¿Quién demonios es Sam?- pregunta Jeffrey.

¿Y ahora que debería contestarle? Lo último que quiero es que se entere de cómo es Sam, no quiero que vea esa parte de mi vida. De ninguna manera.

Guardo silencio mientras toamos café con pastas, bueno; él toma café yo solo me limito a comerme los dulces. Bloqueo el móvil tras leer el último y único mensaje que Sam me ha mandado, eso pasó hace dos días. Y aún ni le he contestado.

- Es mi hermano.- digo al fin.

-¿Pasa algo?- pregunta preocupado a la vez que coge mi mano.

- No...- le respondo mientras me suelto. - No, nada. Es solo que no sé porque me está hablando ahora.-

-¿Tan raro es que un hermano quiera contactar con su hermana?-

- Le dije que no me volviese a hablar, así que sí.-

¿Qué demonios habrá tenido que pasar?

Finalmente le respondo, viendo que no me queda otra manera de satisfacer mi duda; tan solo un mensaje, un simple mensaje donde le pregunto por lo ocurrido. Un minuto después de haberlo mandado ya tengo respuesta, aun no es la que más me gusta. Me manda la ubicación de un bar al que me pide ir. Ni siquiera me deja elegir el día. ¿Qué se propone?

Apenas quedan dos días de libertad antes de volver a comenzar las clases otra vez, la recta final por fin. Después de todo lo que ha ocurrido este año, solo un mes y medio. Nada más.

Ahora estoy en casa de Jeffrey, mirándome en el gran espejo que tiene en su baño, bajo la tenue luz que ha instalado. Así no se puede arreglar una. Él esta detrás de mí, apoyado en el marco de la puerta con una media sonrisa dibujada, como si le hiciera gracia que me echase pintalabios.

- Si quieres te puedo acompañar.-

- No hace falta, estaré bien.- respondo con una falsa sonrisa. Espero estar bien.

Soy la primera en llegar al café; me siento en una mesa que está cerca de la ventana y pido un té. Me quedo embobada en la televisión hasta que un chico gigante pasa por delante de ella provocando que inevitablemente me fije en él. Ha llegado el momento de la verdad. Se acerca con una amplia sonrisa, como si nunca hubiese pasado nada entre nosotros, por un segundo se queda parado frente a mí, esperando que me levante a abrazarlo. Sigue soñando hermano.

- Bonito recibimiento.- dice frustrado, suspira y se sienta.

Pero antes de que me dé siquiera tiempo a responder, la camarera ya está sobre nosotros.

-¿Les pongo algo?-

- Si, un café.- dice ciertamente feliz. Entonces la esta se marcha y de nuevo nuestros ojos chocan. - Me alegra verte hermana.-

- A mí no, así que acabemos con esto. ¿Qué quieres?-

- Estoy en Estados Unidos ¿No puedo pasar a verte?-

- No.- respondo con un tono agudo. - Te pedí que no me volvieses a hablar y lo has cumplido hasta hace una semana ¿Qué pasa?-

- Tú y tus paranoias ¿Te calmarás alguna vez?- pregunta con tono de superioridad mientras recoge el café que le acaban de traer.

- Puedo irme.-

- Pues vete.- responde sin preocupación alguna por lo que me dispongo a recoger las cosas e irme cuando continua hablando. - Puedes irte... pero entonces no sabrás la razón de porqué te he hablado.-

Suspiro. Está jugando conmigo, lo odio pero no me queda otra... Me reincorporo. La taza está vacía, sin embargo no puedo evitar mirarla con esperanza de que se vuelva a llenar para calmarme.

- Que.- digo y este por su parte sonríe maliciosamente.

-¿Te acuerdas de la tía May?-

- Como olvidar a esa mala vieja.-

- Ella estaba aquí hace unas semanas, dijo que te vio entrando a la universidad. Bueno el caso es que se lo contó a papa y papá...bueno ya sabes cómo es papa. Se las ha ingeniado para meterse en tu universidad; él dice que va a invertir, piensa que debe cambiar muchas cosas.-

Tiene que ser una broma. No puedo evitar apretar la taza como si de una bola anti estrés se tratase. Sin embargo este se mantiene en su posición, tranquilo, apacible; una persona normal tomando un café normal, en la tarde de un día normal. Esto no debería estar permitido.

Frunzo el ceño. No me lo ha dicho todo, ni mucho menos.

-¿Y tú que ganas con esto? Porque eso es una manera de joderme y todo lo que sea joderme la vida te encanta, pero me has avisado ¿Por qué?-

- Me gusta ser un buen hermano.-

- Ah.- respondo riéndome falsamente. - No, en serio.-

- Bueno.- añade arqueando las cejas y sonriendo de medio lado. - Puestos a invertir y cambiar algo en algún sitio, prefiero que lo haga en mi hospital antes que en tu mierda de universidad.-

Ahí está mi hermano en estado puro. Suspiro, es la única cosa que puedo hacer en este momento.

-¿Y qué quieres que haga yo?- pregunto.

Este sonríe maliciosamente otra vez. Genial.



Proyecto final. «Jeffrey Dean Morgan»  COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora