Capítulo 36: Sam.

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-¡¿Como que ya no piensas ayudarme?!- pregunto enfadadísima a mi hermano Sam. - Pensaba que teníamos un trato.-

- Nunca tuvimos un trato hermanita.- responde con la misma sonrisa orgullosa que mi padre.

- Me dijiste que me ayudarías a sacar a papa de aquí.-

- Te dije... Pero las personas cambian de opinión, no sé si eres consciente de eso.-

Guardo silencio mientras le miro fijamente. Aunque es una habitación climatizada, ahora mismo siento un enorme frío; como si estuviera metida en el frío invierno de Canadá.

-¿Que te ha ofrecido?-

-¿Porqué tiene que ofrecerme nada?-

Aprieto los labios y me coloco frente a él haciéndole frente; este me mira desde arriba como si lo que acabase de hacer fuera lo más gracioso del mundo. Me extraña que no me haya hecho aún nada.

-¿Que te ha ofrecido Samuel?- pregunto con un tono tranquilo. -¿Te ha vuelto a liar como siempre hace? ¿Piensas ganar algo por tu cuenta alguna vez?-

Es entonces cuando frunce el ceño, casi puedo percibir como algo dentro de él comienza a hervir. Lo he encontrado.

- No hablemos de fracasos.- responde apretando los labios.

-¿Hablas de mí? No es ningún fracaso trabajar noche y día; estudiar para conseguir un buen futuro.- respondo. Hago una pausa donde le sonrío ampliamente. - Al menos mi futuro no estará comprado por papá, por eso sé que es real.-

Sin embargo no hace nada, tan solo aprieta un poco más los labios. Está furioso pero no hace nada.

- Vete de aquí.-

- Claro.- asiento pero nada más darme la vuelta me agarra la muñeca con fuerza. - Suéltame.-

Pero este no me escucha, en cambio aprieta mucho más la muñeca. Intento zafarme de él pero justo cuando doy el tirón caigo al suelo habiéndome tropezado con la pata de un sillón.

Desde abajo mi hermano parece uno de esos enormes gigantes que se ven en las películas, esos gigantes que dan tanto miedo y no sabes dónde esconderte.

Solo sé que no voy a gritar. No voy a darle esa satisfacción a este abusón.



-¿Te duele mucho?- pregunta Sophie mirándome el costado que rápidamente se va amoratando.

- No tanto como parece.- respondo quejosa mientras me río. - Pasé toda mi infancia así. Hay cosas que deberían dolerme y ya ni las siento.-

- Lo que has hecho es una estupidez.- replica. - Espero que te haya merecido la pena.-

- No te imaginas cuanto.- respondo con una amplia sonrisa.

Tal vez si sea la mayor estupidez de mi vida pero era mi última opción y no ha salido tan mal.

-¿Maggie Robertson?- pregunta un chico joven, de ojos azules y una bata de médico.

- Mi amiga.- responde rápidamente Sophie con una sonrisa seductora. - Mi pobre amiga ha tenido un percance.-

- Y menudo percance.- responde este sorprendido mientras examina mi dolorida zona. - Por suerte no se ha roto ninguna costilla. ¿Cómo se ha causado esto?-

Sophie entonces me mira buscando la falsa respuesta que dar, en cambio suspiro mientras lentamente me reincorporo. Sin necesidad de decir ninguna palabra, él ya sabe por qué ha sido.

- No llame a la policía. Por favor.-

- Ninguna mujer debería sufrir algo así. Si tiene miedo, nosotros podemos protegerle. La policía puede protegerle.-

Proyecto final. «Jeffrey Dean Morgan»  COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora