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— ¿Se están portando bien? —pregunto interesada.

— Demasiado bien diría yo —Grace se rie mientras escucho a Carrick hablar por lo bajo— Si Carrick, ahora se lo digo. Carrick os envía saludos, Ana.

— Dale un fuerte abrazo de nuestra parte —sonrio mientras enrollo el cable del teléfono en un dedo— ¿Como estáis?

— Oh, muy bien. Desde que están los niños aquí nos sentimos llenos de vida. Su presencia en esta casa es renovadora. ¿Como estais vosotros?

Mientras hablo por teléfono, observo a Christian en la otra punta de la habitación, enfrente del armario, decidiendo que traje llevar puesto al funeral de Elena.

— Estamos... tenemos un asunto —contesto incómoda.

— No comprendo —dice Grace pausadamente.

— Un funeral —espeto.

— ¿Un funeral? —la voz de Grace expresa una ligera angustia.

— Hoy por la tarde. Elena ha fallecido.

— ¿Elena? ¿Elena Lincoln? —pregunta sorprendida.

— Si, por desgracia así es —digo intentando sonar convincente.

— Vaya —Grace queda callada durante unos segundos— Sabes... no era una buena mujer. Nunca lo fue —sentencia serenamente.

— Coincido contigo, Grace —digo tensa mientras miro a Christian, sabiendo que ese mismo tema ha provocado una discusión hace poco.

— No es... no me interpretes mal, no quiero decir que Elena mereciera morir. Solo estoy diciendo que era una mala mujer. Le hizo mucho daño a Christian, tú lo sabes más que nadie Y... que puedo decir... ¿que sentimos cuando alguien hiere a los que amamos?

— Rabia —contesto friamente. Al escuchar esa palabra, Christian me mira por el rabillo del ojo, y a continuación sigue buscando entre sus trajes.

— Y dolor. Y frustación. Dime, ¿cual ha sido lo que ha causado su muerte? —pregunta tensa.

— Aún no lo sabemos. Cuando llamó su ex marido para contarle la noticia a Christian, no le pareció muy adecuado preguntar.

— Entiendo. Bueno, Ana, cuando sepas lo que le ha pasado, por favor, cuentamelo. Tengo mucha curiosidad —la voz de Grace se vuelve misteriosa durante un momento— y dale un enorme beso a Christian de nuestra parte. Nosotros haremos lo propio con Ted y Phoebe. Y cuidate, querida. Ya no hay fantasmas de los que preocuparse.

— Adiós, Grace. Un beso... —cuelgo el teléfono y me quedo de pié, sin moverme, mirandolo un rato.

Al cabo de un momento miro a Christian, que lleva puesto un traje negro impoluto, una camisa blanca, y una corbata negra. Enfrente del espejo, mira nervioso su corbata, mientras se la toca una y otra vez con manos temblorosas.

— Cariño, ¿te gusta esta corbata? No sé si es apropiada. Quizás resulta demasiado recargada para un funeral a las 4:30 de la tarde pero por otra parte es un funeral, ¿no? No sé, no se si debería... quizás debería... —Christian sigue tocandose la corbata cada vez más nervioso.

Me acerco a el con el corazón encogido por verlo así. Rodeo su cara con mis manos y le obligo a mirarme:

— Está bien, Christian. Todo está bien, ¿vale? —murmuro.

— Todo está bien —repite Christian, mirandome fijamente.

Y así nos quedamos un rato. Yo continuo acariciandole la cara suavemente, mientras las lágrimas empiezan a llenar sus ojos.

Cincuenta sombras renacidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora