9

10K 204 9
                                    

En cuanto me doy la vuelta, veo a Christian, que me mira con cara de angustia.

— ¡Christian! —aún en el suelo, me agarro fuerte a sus piernas—. Menos mal que estás aquí, no sabía que hacer, creía, creía... —digo incapaz de parar de llorar.

Christian se arrodilla ante mí y me abraza.

—Ya ha pasado, Ana. Estoy aquí. Estás a salvo, mi amor —Christian me aprieta cada vez más, y con su pecho pegado al mío, puedo sentir los latidos desbocados de su corazón.

Nos quedamos un rato abrazados en el suelo, mientras la gente nos mira. En aquel momento, me da absolutamente igual el resto del mundo. Y por lo que veo, a Christian también.

En cuanto estoy notablemente calmada, Christian vuelve a hablar.

— Siento mucho lo de antes, Ana. He sido un un imbécil. No volverá a pasar —Christian habla en tono de disculpa.

— Christian, no quiero volver a discutir. Te quiero demasiado como para estar enfadada contigo —digo mientras le doy un beso en la nariz.

— Yo también, mi amor. Me parte el alma discutir contigo —Christian me da un beso tierno en la mejilla.

— Últimamente disctutimos mucho —digo con un deje de preocupación en mi voz.

— Eso es normal, cariño —dice Christian en tono tranquilo—. Todos los matrimonios discuten, pero eso no significa que no se quieran.

Beso a Christian dulcemente en los labios, y puedo ver como sus ojos empiezan a brillar de nuevo.

— ¿Sabes? Antes me he sentido como un verdadero estúpido —dice mientras sacude la cabeza.

— Es que te has comportado tan mal con ese camarero...

Christian sonrie desapasionadamente.

— No es eso. Te he enviado unos cuantos e-mails. Entonces me dí cuenta de que te habías dejado tus cosas en el bar, incluído el teléfono.

Rio ante la imágen de Christian descubriendo mi móvil encima de la mesa.

— Vaya, ¿y que ponían los e-mails? —pregunto curiosa.

— Míralo tu misma —dice Christian mientras me sonríe.

Christian se levanta y me tiende la mano para que haga lo mismo. En cuanto me levanto, saca del interior de su chaqueta mi móvil y busca en él. En cuanto ha localizado lo que estaba buscando, me lo pasa. En mi bandeja de entrada veo tres e-mails nuevos. Todos son de Christian.

——————————————————————————————————

De: Christian Grey

Fecha: 23 de noviembre de 2014 20:54

Para: Anastasia Grey

Asunto: ¿El mayor imbécil de este mundo?

Mucho más que eso. El mayor imbécil de toda la existencia, diría yo.

Perdóname, Ana. Me he comportado muy mal. No te merecías el bochorno por el que has tenido que pasar.

Por favor, vuelve. Prometo compensarte con creces.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc. y mayor imbécil de toda la existencia

——————————————————————————————————

De: Christian Grey

Fecha: 23 de noviembre de 2014 21:19

Para: Anastasia Grey

Asunto: Hasta que vuelvas.

Aquí estaré esperándote. Vuelve pronto, mi amor.

Te quiero. Por favor, perdóname.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc., mayor imbécil de toda la existencia y capullo integral

——————————————————————————————————

De: Christian Grey

Fecha: 23 de noviembre de 2014 21:40

Para: Anastasia Grey

Asunto: Ana...

Te lo suplico. Por favor, vuelve. Me preocupa que estes sola por ahí de noche.

Grítame. No me hables. Haz lo que quieras. Pero vuelve para saber que estarás segura.

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc., mayor imbécil de toda la existencia, capullo integral y marido sumamente preocupado

En cuanto acabo de leer, miro con amor a mi marido. 

— Vaya, ¿sólo tres e-mails? —digo con una finjida sorpresa, mientras rodeo su cara con mis manos.

— Como ves me he controlado —Christian sonríe mostrando su perfecta dentadura, mientras rodea mi cadera con sus brazos.

— Sólo encuentro una pega —digo con voz teatral.

— ¿Cuál? —Christian examina mis ojos.

Me acerco coqueta a su oreja y mi voz se vuelve tan dulce como la miel.

— Dijiste que me compensarías con creces.

En ese momento, creo que soy capaz de adivinar la sonrisa maliciosa de mi marido.

— Es cierto, Señora Grey. Y como sabe, soy hombre de palabra —dice Christian intentando hablar en un tono solemne.

Me coge de la mano y veo que mira en todas direcciones. Entonces, se queda con la mirada fija hacia la derecha de la calle, y nos ponemos a caminar en esa dirección. Cruzamos un paso de peatones y ya en el otro lado de la calle, nos paramos enfrente de una discoteca. Miro sorprendida a Christian.

— ¿Que hacemos aquí?

Christian pasa las manos por su pelo al puro estilo Danny Zuko de Grease, pero de una manera mucho más provocativa. Entonces se pega a mi cuerpo y susurra en mi oreja.

— Voy a darte tu merecida recompensa, Ana.

Se sitúa detrás de mí, me coge de las caderas y vuelve a susurrarme en un tono sensualmente autoritario.

— Adentro.

Me guía hasta el interior mientras la música techno comienza a mezclarse con mi excitación.

Cincuenta sombras renacidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora