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Evie había pasado gran parte de su noche en vela, su hija mayor tenía fiebre y malestar debido a una Otitis que le impedía dormir con tranquilidad.

La niña se quejaba por el incomodo dolor y apretaba las almohadas con fuerza. A su madre solo le quedaba consolarla y pedirle que se calmara, pronto los medicamentos harían efecto y su princesa podría descansar. Su padre por otro lado se encontraba acariciando el cabello de la menor, Celeste, quien al compartir habitación con su hermanita no lograba conciliar el sueño debido a su padecimiento.

Su adorada hija mayor, de corazón aventurero, se emocionaba de solo pensar que podía vivir una historia como la de sus padres. Enfrentando dragones, pulpos y otros peligros. Esa noche no era la misma, su alegría era reemplazada por dolores en el oído y muecas de incomodidad. Su rubio cabello le caía en cascada cubriendo ligeramente sus ojos y obstruyendo su vista. Aquel iris color café le transmitía plenitud pura. Toda ella era una mezcla de diversión, bobadas y emociones positivas.

—Andreine Diamond-Blue —la llamó su hermana menor, Celeste Lynn-Rose—. ¿Te duele mucho hermana? —la mayor asintió. Celeste había cambiado la cama-cuna por una habitación en la que convivía contentamente con su hermana mayor. La niña de cabellos tenuemente azulados y ojos color avellana, a pesar de su cansancio se acercó a Andreine y la abrazó.

Sus padres se conmovieron ante el acto, y se acercaron a ellas con una pequeña sonrisa. La mayor sonrió agotada, y correspondió al abrazo de su hermanita.

—Mami, ¿y si cuentas una historia? Así Diamond se distrae y quizás se le quita el dolor —sugirió ella con una inocente sonrisa.

Su madre lo pensó un momento, se acarició ligeramente el vientre, y a través de la bata su embarazo se hizo notar.

—Bien, pero su hermanito y yo debemos descansar.

Evie se la pasaba discutiendo con Ben acerca del género de su último hijo. Mientras ella emocionada anunciaba la llegada de un varoncito, Ben se mantenía firme a que sería una hermosa niña; y sus hermanas a pedían a gritos que lo fuera. Lo que ninguno sabía, era que la reina guardaba un pequeño secreto; y es que en la citología no se escuchaba un pequeño corazoncito, sino dos. Y estaba esperando el momento exacto para sorprender a su familia.

Celeste se acomodó con emoción sobre la amplia cama, mientras su hermana con suma tranquilidad se hacía a un lado y comenzaba a acariciar sus oscuros cabellos. Su padre se sentó al pie de ésta, y sosteniendo uno de los peluches se acurrucó en las piernas de su amada.

— ¿Qué quisieran que les contara?

—Oh, ¿cómo se enamoraron tú y papá? —los reyes sonrieron.

—Oh, querida, no fue amor a primera vista eso sí —bromeó Evie—. Que tal... ¿si les cuento la historia que tanto adora su tía Mal? ¿La han escuchado? —ellas negaron.

— ¿Qué historia es...?

Evie se tomo su tiempo para recordar, y una vez supo que decirles, comenzó:

Hace algunos años... su terco padre tuvo, un malentendido con sus abuelos. Malentendido que yo pedía y pedía que resolvieran... resulta que al fin pude convencerlo. Mal había vuelto de la isla recientemente y yo tenía la sospecha de que estuviese hechizada, no me equivoqué, pero, eso es más adelante. Yo estaba tan feliz de que las cosas se estuvieran arreglando, que un día, sin ningún plan, cité a su padre y a sus abuelos y, como es mi costumbre romper con las tradiciones... pedí la mano de su padre en matrimonio; y el muy tonto por poquito no acepta.

Open It When...  ►TERMINADA◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora