Open It When... ►TERMINADA◄

[21]

[21 - FINAL]

El reino entero estaba de fiesta, una enorme.

La celebración llevaba en pie 2 días enteros y estaba en su completo apogeo, si algo se acababa no faltaban invitados que ofrecieran algo de ellos para continuar con la reunión.

Y no era de menos, los nuevos hijos de Auradon habían nacido hace apenas 25 días y los reyes habían decidido llevar a cabo su bautizo. Que con mucha alegría y regocijo celebraron.

Después del peligro que corrió la reina días antes de dar a luz, Ben literalmente brincaba en una pata, y no sólo por la llegada al mundo de sus dos hijos, sino porque agradecía tener al amor de su vida a su lado para compartir aquello. Poder abrazarla, besarla, mimarla, decirle que la amaba. No se le despegaba ni por un segundo, cosa que comenzaba a molestarle a Evie, pero sabía que la paranoia de su esposo no lo abandonaría tan fácil.

La reina salió de la habitación de los niños, cerrando la puerta con sumo cuidado, procurando no despertarlos.

—Madre, es una lástima que no puedas estar aquí. En serio, hubiera querido que conocieras a los bebés.

—Ya tuve la dicha de conocer a mis nietas hija, pero no me dejaré hechizar nuevamente con la condición de asistir.

—Helena y Alexei también son tus nietos —le recriminó la menor.

—Como sea, luces algo desaliñada, cubre esas ojeras y cuando estés de buen humor hablamos —el cristal del espejo mágico se oscureció, dando a entender que Grimhilde estaba indispuesta. Su hija bufó y con un movimiento de sus cabellos comenzó a caminar hacia el gran salón, en donde encontró a su esposo compartiendo una grata conversación con algunos VK's y a sus hijas correteando con sus amiguitos.

Sonrió para sí, era una gran vida.

Tenía una gran familia, un esposo amoroso, 3 hijas preciosas, y un hijo varón que completaba el cuadro. Era una gran vida. Amistades inquebrantables, de las cuales pudo ver los frutos, los hijos de sus amigos ahora la llamaban tía. Había cumplido su sueño de ser diseñadora, sin querer complació a su madre en sus deseos, cosa que le desagradaba un poco... enfrentó sus miedos, aprendió de sus errores, vivió cosas maravillosas.

¿Qué más podía pedirle a la vida?

Estaba agradecida inmensamente por todo lo que esta le obsequió.

—Mami... —la pequeña Celeste se acercó a su madre con una sonrisa traviesa. Su pomposo vestido, singularmente azul, la hacía caminar de forma rara, pero a su madre le encantaba verla vestida como una princesa, valga la redundancia.

— ¿Sí? Dime corazón.

Evie se agachó a la altura de la niña, quien se había abrazado brevemente a sus piernas de forma cariñosa.

—Andreine y yo tenemos algo para ti y para papá.

—Ah, ¿sí? —el rey escuchó ser mencionado y se acercó discretamente a ellas, y junto a él se unió el miembro faltante, la princesa Andreine, que llevaba puesto un hermoso vestido color amarillo de pedrería, cortesía de su abuela Bella.

Las niñas sonrieron entre sí y de Dios sabe dónde sacaron un sobre color rojo que rezaba en letras doradas: "Abrir cuando Alex y Helen despierten...". Evie frunció el ceño confundida, mensaje raro aquel.

No hizo caso a ello y con delicadeza recibió el sobre que sus hijas le ofrecían.

—Mamá, papá, esta es nuestra forma de recibir a nuestros nuevos hermanitos —y así como lo mencionaron salieron corriendo entre risas y carcajadas. Tropezando con algunos de los invitados.