La rueda del destino comienza a correr

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Mientras Susan descansaba, Peter bajó para llevar comida a su reina. Para su sorpresa, en la cocina habían platos de comida que llevaban sus nombres. Sus hermanos se los habían guardado ya que sabían que tarde o temprano saldrían de la habitación por algo de comer.

Peter llevó la comida a la habitación mientras que Susan ya se había despertado y estaba poniéndose su bata roja de dormir.

- ¡Oh, qué bien! - expresó Susan con alegría al ver entrar a Peter con comida -. Ya empezaba a sentir hambre.

- Y yo - dijo riendo Peter -. Sabían que iríamos y nos dejaron esto preparado.

- Qué amable por su parte - dijo complacida Susan.

Después de que comer y de una merecida siesta, Susan se fue a bañar en compañía de Peter. Pero la situación era insostenible en la bañera, así que hábilmente Peter sacó a Susan de la bañera y la acuñó contra su pecho mientras se besaban. Con delicadeza cayeron sobre la cama, el contacto de sus cuerpos los hacía encender. Simplemente no podían separarse, se necesitaban el uno al otro.

Al día siguiente, Peter y Susan tardaron un poco en bajar a desayunar pero finalmente bajaron, lo cual sorprendió a su familia.

- ¡Buenos días! - saludaron Peter y Susan sonrientes al unísono.

- Buenos días - dijeron Ed, Lucy, Caspian y Ana.

- Pensé que no os iba a ver hasta dentro de una semana -comentó Edmund riéndose a carcajadas.

- Muy gracioso Ed - respondió Susan con sarcasmo.

- Está bien, ya no molestaré a los tortolitos - dijo Edmund haciendo reír al resto -. ¿Por qué os reís?

- Lo que acabas de decir, no te lo crees ni tú - respondió Lucy mientras se reían. Edmund molesto porque se reían de él, cruzó los brazos.

Sólo existía el sonido de las risas en el palacio, la felicidad y prosperidad se respiraba en el ambiente.

~~~

- ¡Ana! - gritó Edmund mientras corría hacia ella -. ¿Dónde estabas? Te he estado buscando.

- Estaba con Lucy y Susan conversando hasta que Peter se llevó a Susan - respondió Ana y rió por lo último que dijo. Edmund tampoco pudo evitar reír.

- Ay, ese hermano mío - comentó Edmund.

- ¿Y para qué me buscabas? - preguntó Ana sonriente, la sonrisa que siempre derretía el corazón de Edmund al verla.

- ¿Quieres dar un paseo por la playa conmigo? - preguntó tímidamente.

- Me encantaría - respondió Ana con alegría.

Edmund y Ana se fueron a pasear por la playa. Ana extendió su mano a Edmund y este permitió que lo arrastrara al mar. Desde Cair Paravel se podía ver cómo Ana y Edmund jugaban en el mar, lanzándose y salpicándose con agua mientras reían.

Lucy vio aquella escena desde uno de los balcones del castillo, sentía celos por sus hermanos, ya que ellos habían encontrado a la persona que amaban y con la que querían pasar el resto de sus días. Ella también deseaba encontrar una persona especial para ella, quería enamorarse. Pero sabía que todo llega en su momento y no hay por qué apresurarse. Después de reflexionar y de organizar sus pensamientos y sentimientos, Lucy decidió ir a cabalgar.

Por otra parte, Caspian se encontraba en la biblioteca, encontró un libro que aún no había leído y le parecía interesante. Así que estuvo toda la mañana inmerso en la lectura.

Amor a través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora