Amor a través del tiempo

Profecía de sangre

Aslan y los reyes fueron al estudio para hablar sobre la profecía.

- Lamento tener que informaros sobre la profecía en estos momentos de felicidad que estáis viviendo - comentó Aslan mientras observaba especialmente a Peter y a Susan.

- ¿Ya sabes qué dice la profecía? -preguntó Lucy preocupada a Aslan.

- Sí, querida - respondió Aslan -. La profecía dice que ''Del amor más fuerte nacerá el elegido que acabará con la magia de Jadis para siempre. Pero si ella consigue el corazón del elegido, será más fuerte e inmortal y Narnia se sumirá en una absoluta oscuridad''.

- ¿Quién es el elegido? - preguntó Edmund y Aslan observó el vientre de Susan. Con tan solo una mirada respondió a su respuesta. De repente, Susan sintió un dolor punzante en su pecho.

- No, Aslan, eso no puede ser verdad - dijo asustada Susan pero Aslan solo la miraba con tristeza y pesar -... ¡No!

- ¿Debe haber una forma de detenerla?- preguntó desesperado Peter mientras abrazaba a Susan que se encontraba llorando en sus brazos.

- Hay dos maneras para detenerla- comentó Aslan y eso les dio esperanza a los reyes -. La primera es evitando que sus siervos la liberen de donde se encuentra atrapada y la segunda posibilidad es causando su muerte definitiva cuando venga a por el elegido.

- La segunda opción es muy arriesgada - dijo Lucy.

- Sí, pero es la más efectiva - comentó Edmund analizando la situación con detenimiento -. No podemos vigilar a cada uno de sus aliados, no sabemos cuántos son ni en dónde se encuentran todos.

- ¿Hay alguna forma de saber cuando atacará? - preguntó Peter.

- Sí. Cuando Jadis murió, lo hizo solo su cuerpo pero atrapó su espíritu con ansias de maldad y venganza entre dos mundos - respondió Aslan -. Cuando se libere se formará una grieta en la tierra, indicando un desagarro en el velo que separa el submundo del mundo de los vivos.

- ¿Y cómo cerraremos la grieta? -preguntó Edmund.

- Si la liberación de Jadis la abrió- comentó Caspian que hasta ahora había estado escuchando atentamente cada una de las palabras pronunciadas -, entonces su muerte la cerrará.

- Está en lo cierto, rey Caspian -comentó Aslan -. Pero no es tan fácil. Para poder eliminar tanto su cuerpo como su espíritu, necesitaremos un poco de la sangre del elegido.

- ¿Su sangre? - preguntó Peter.

- La espada con la que se hiera a Jadis, debe tener algo de la sangre del elegido porque es su sangre la que acabará con la magia de Jadis para siempre. Es la única que tiene efecto contra ella.

Mientras todos hablaban sobre la profecía, de Jadis y cómo detenerla Susan cada vez escuchaba más lejanas las voces de sus hermanos, se encontraba sumergida en sus pensamientos. Se sentía débil, no quería vivir más guerras y sobretodo no quería que su bebé sufriera. Deseaba despertar de esa pesadilla, quería volver a los días en que se despertaba con los rayos de luz del sol, el canto de los pájaros, las caricias de Peter, las risas en el castillo y en toda Narnia.

Poco a poco, la visión de Susan empezó a nublarse, y finalmente sólo vio oscuridad. Se había desmayado dejando a los presentes en shock y extremadamente preocupados.

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Peter llevó a Susan a su habitación, la acostó en la cama y estuvo a su lado hasta que despertara.

- ¡Su! - exclamó Peter mientras ella empezaba a abrir lentamente los ojos y él posó suavemente sus manos en el rostro de ella -. Menos mal que estas bien - dijo Peter mientras le daba un beso en la frente.