El amor de Lily

Confusión

Lily se calzó rápidamente las pantuflas y corrió veloz hacia la ventana de su habitación. Abrió los postigos y dejó que el aire de la noche despejara sus pensamientos. Con la cabeza apoyada en su mano derecha se dedicó a observar la bella luna que brillaba inmensa en medio de aquel cielo oscuro y la imagen de su amigo Remus se figuró ante ella, "¿Saldría como lobo por las calles de Londres?", un escalofrío recorrió su ser. No sabía el por qué de los nervios que no la dejaban dormir, tal vez el que aquel día fuera sábado era importante en su ecuación. Se detuvo en un punto fijo en la nada durante unos segundos y sacudió la cabeza hacia ambos lados. "Estupideces", había dicho mientras volvía a su cama e intentaba conciliar el sueño una vez más. Ese día despertó muy tarde, más de lo acostumbrado. Petunia se encontraba de pie junto a su cama con un vaso cuyo contenido había derramado en el rostro impávido de la pelirroja que del tremendo susto que se había pegado había movido sus brazos y con uno de ellos había golpeado en la cara a su hermana.

- ¡Eres un monstruo!, ¡Bruta!- exclamaba histérica tomando con dolor su prominente nariz. Había corrido al espejo más cercano para contemplar el daño- ¡Oh! ¡Esto no lo podrá cubrir el maquillaje! ¿Qué dirá Vernon?- chillaba la joven con lágrimas asomando por el rabillo de sus ojos.

Lily no podía creer lo que oía, ella toda empapada y su hermana quejándose por un golpe que se lo había buscado y que además había sido sin mala intención. No entendía nada.

- Mamá dice que bajes a almorzar, oso- decía furiosa Petunia mientras abandonaba la habitación con paso firme y golpeando la puerta al salir.

Lily corrió al baño, secó su cabello, se colocó rápidamente lo primero que encontró y bajó las escaleras casi a los saltos. Marie, la mamá de Lily estaba poniendo la mesa, al notar la presencia de su hija frunció el ceño pero inmediatamente le dedicó una dulce sonrisa.

- ¡Con que al fin despiertas perezosa! Te has perdido el escándalo que ha hecho tu hermana hace unos momentos- y exhaló unas carcajadas inconscientes- Deberás disculparte con ella, no me gusta que peleen así.

- Está bien mamá, pero debo decirte que ella se lo buscó y además fue sin querer. No pude dormir nada mamá, hacía mucho que no me sucedía.- exclamó pensativa besando la mejilla de su progenitora y ayudándola a poner los platos y los cubiertos.

- ¿Qué pensamientos estarán navegando por esa cabecita de novia?- había preguntado Marie con cierta picardía dejando a su niña sola.

El almuerzo fue de todo menos ameno. Petunia se dedicaba a llorar y llorar por el golpe que Lily le había propinado en medio del rostro y de lo que pensaría Vernon al verla "¡creerá que somos unos salvajes!". Harry, su padre, tenía problemas con su última novela, "estoy atravesando un profundo bache" mientras que el artículo que escribía para el periódico local no era aún del agrado de su editor. Lily apenas oía de lo que hablaban, todavía tenía sueño y sus propios problemas invadían cada uno de sus pensamientos. Al concluir finalmente el almuerzo, llamaron a la puerta. Lily tembló, soltó la cuchara del postre y miró expectante hacia donde su padre se había dirigido. El hombre volvió a los pocos segundos sonriendo, acompañado del joven Mark el cual vestía una chaqueta de cuero que a Lily le resultó muy familiar. Saludó afectuosamente a Marie y de lejos a Petunia que lo miraba realmente asqueada.

- ¿Qué te pasó en el ojo?- preguntó inocentemente. Pero la joven tomó esto como una ofensa, se levantó con mucha rabia de su lugar y se encaminó lejos del comedor.

El muchacho se encogió de hombros algo confundido.

- ¡Hola Lily!- gritó casi inconscientemente como si estuviera a muchos metros de distancia. La pelirroja sonrió- ¿Qué le paso a tu cara?- preguntó como una burla de la situación que había sucedido segundos antes.